Fernando Rayón y José Luis Sampedro, autores de la importantísima obra Las joyas de las reinas de España, (Planeta 2004), se refieren a estas alhajas como «bienes privados de los monarcas que, con frecuencia, y, ante situaciones de exilio o necesidad, no dudan en venderlas, transformarlas o subastarlas». Esta mi semana, el ex rey Constantino de Grecia, hermano de la Reina Sofía, y siempre polémico personaje, es noticia por un nuevo enfrentamiento con el Gobierno griego, a causa de la subasta, en Londres, donde reside, de las joyas no sólo de la abuelita sino de muchos abuelos y bisabuelos reales. Estos tesoros subastados fueron sacados del país, en febrero de 1991, con autorización del Gobierno conservador, por supuesto, presidido por Mit Sotakis. Los socialistas nunca se lo hubieran permitido. A pesar de ello, el ministro de Cultura heleno intentó paralizar la venta de los 850 lotes.

Una bala contra un coche de La Zarzuela

Se desconocen los motivos que han llevado a Constantino a desprenderse de las joyas de la familia. Se dice que problemas económicos. Posiblemente, porque sin serlo, siempre ha intentado vivir como un rey. Y eso, si no cobras de los Presupuestos Generales de un Estado, como su cuñado, cuesta mucho, muchíiiiisimo dinero. Ignoro en qué trabaja ahora, si es que lo hace. Seguramente es de los ex que piensan que un rey no debe trabajar. Que recuerde, si trabajó en su día para el Sah, cuando Reza Pahlevi era el súper poderosísimo y súper riquísimo Emperador de Irán. Buenos dineros que le sacó junto al impresentable y encanallado príncipe Víctor Manuel de Saboya, vendiéndole helicópteros italianos. Pero el Sah se murió y estos ejecutivos de pacotilla se quedaron sin trabajo y sin los dólares del soberano persa. Constantino tuvo, más tarde, una empresa de blindaje de automóviles. Incluso pretendió blindar los de la Casa Real española. Pero, el blindaje, no resultó. Cuando se procedió a comprobar la efectividad del trabajo realizado, disparando una bala contra la carrocería del coche que se había blindado, el proyectil la atravesó limpiamente de parte a parte. No hubo más. Sólo uno.

Los ciudadanos se opusieron a la subasta

Las protestas del gobierno heleno por la subasta de las joyas de la Corona no han impedido que ésta se celebrara por Christie's los pasados miércoles y jueves. Como estaba previsto. Diferente si esta subasta se hubiera realizado cuando era rey reinante. Le habría sucedido lo que al Gran Duque Enrique, Soberano de Luxemburgo, quien, ante la reacción de los ciudadanos y las feroces críticas de la prensa, tuvo que echarse atrás en la decisión de subastar las joyas que pertenecieron a su madre, la Gran Duquesa Josefina Carlota a quien, la actual soberana, la cubana Teresa Mestre, odiaba tanto. Tal vez por ello, animó a su esposo a desprenderse del joyero de su desaparecida suegra, sin importarle la gran carga de valor histórico y sentimental que tenía. Como la actual Gran Duquesa criolla manda mucho, el buenazo de su marido encargó a Sotheby's de la subasta. La indignación de la población fue tal, que el Soberano no sólo tuvo que anular la venta de las joyas de mamá sino hacer público un comunicado oficial para que, con esta decisión, el país recobrara «un ambiente más sereno».

La reina Isabel también se opuso...

... a la subasta, el pasado junio, de las joyas, mobiliario y obras de arte de su hermana, la princesa Margarita, heredadas por sus hijos, David Linley y Lady Sarah. Pero estos no le hicieron ni puñetero caso. Entre las joyas subastadas se encontraba la valiosísima tiara que la reina le regaló para su boda con Tony Armstrong Jones, el 6 de mayo de 1960. La Soberana pidió a sus sobrinos que, para evitar los posibles escándalos, destinaran, parte de los beneficios obtenidos en la subasta, a obras benéficas. ¡Qué ingenuidad real! Los jóvenes querían el dinero para pagar más de cinco millones de euros de impuestos que debían a fisco por la herencia de su madre.

De Sotheby's al Monte de Piedad

La Familia Real tampoco se ha escapado de la vergüenza de tener que desprenderse, para ir tirando, para vivir, de las joyas de la abuelita. Difícil es conocer de cuántas se han desprendido reinas e infantas en el exilio, vendiéndolas o subastándolas. En 1998, se vendieron en Ginebra valiosas pulseras. Y en 1993, salió a subasta, también en la ciudad suiza, una importante gargantilla de brillantes que perteneció a la reina María Cristina. Anteriormente, Sotheby's subastaba la diadema de brillantes y esmeraldas de la reina. Muchos señalaron al infante don Jaime de Borbón, siempre tan necesitado de dinero. La reina Victoria Eugenia, durante su exilio suizo, también se desprendió de algunas joyas, entre ellas varios de los brillantes que formaban parte del famoso collar de chatones y que, desde que contrajo matrimonio con Alfonso XIII, éste le regalaba dos piezas por cada cumpleaños. Cuando marchó al exilio, el collar tenía 82 brillantes. En la actualidad, sólo ... 23. ¿Quién se comió los que faltan? Para salir de miserias, las familias reales subastan las joyas de la abuelita en Sotheby's o Christie's; el común de los mortales, las empeñan en el Monte de Piedad. Hasta en esto, pretenden ser diferentes, aunque la necesidad nos iguala a todos. Como la muerte.

CHSSSSS... Aviso de navegantes para mis lectores: abstenerse de poner nombre y apellido, sin ton ni son, a estos chsssss que tanto intrigan ... Hace dos semanas contábamos aquí la historia de un importantísimo empresario español, casado y padre de familia, que decidió pasar un largo puente con su amiga en las Maldivas, bajo pretexto de un consejo de administración de una de sus empresas en París. La esposa sospechó. Investigó. Viajó hasta la paradisiaca isla. Se apoderó, sobornando al personal del hotel, de los pasaportes del marido y la querida. Y regresó. A la parejita, sin documentación, le costó 7 días hacerlo. Cuando al fin regresaron, él se encontró sobre su mesa una petición de divorcio. Pues bien, muchos lectores han atribuido a otro importantísimo empresario español, tan rocambolesca infidelidad. Del hombre, que corre de boca en boca, se habla, incluso, en los Consejos. Su esposa, que sabe que ni él ni ella han estado en las Maldivas, ya lo duda. Ante su angustia, que me ha hecho llegar, sólo me queda jurar por mis muertos que él no es.