Ave, Nerón. El emperador más denostado de la historia de Roma, caricaturizado mil veces por tocar despreocupadamente el arpa y canturrear versos altisonantes mientras la ciudad era devorada por las llamas, emerge de las tinieblas.
Nerón ha estado condenado a la oscuridad y a la soledad desde que las autoridades italianas decretaron, en diciembre de 2005, el cierre por peligro de derrumbamiento de la Domus Aurea, la grandiosa villa de 2,5 kilómetros cuadrados de extensión y 150 habitaciones que el emperador chiflado se hizo construir después del famoso incendio del año 64.
Pero, el próximo martes, la fastuosa residencia de Nerón reabre sus puertas, dotada con unas pasarelas (bueno, en realidad son los andamios instalados para los trabajos de restauración) que permitirán a quienes la visiten observar de cerca los fabulosos frescos atribuidos al pintor Fabullus, cuya maestría admiraron Rafael y Miguel Angel, jugándose la vida para ello.
La mala noticia es que la Domus Aurea vuelve en versión reducida. De las 35 salas que se podían visitar antes, sólo abrirán 15. Entre ellas, se incluye la famosa Sala Circular de la bóveda dorada, donde, al parecer, se encontraba el trono de Nerón. Pero la no menos célebre Sala Octogonal, una espléndida estancia recubierta de marfil y piedras preciosas, escenario de las legendarias fiestas de Nerón, continuará cerrada.
Lo increíble es que sólo se conoce una parte mínima de la Domus Aurea. Casi seis siglos después de que un paseante cayera por una grieta del Colle Oppio y descubriera unas «grutas» fascinantes, la mayor parte de la residencia de Nerón permanece enterrada bajo miles de toneladas de tierra, probablemente intacta. Desde los tiempos del emperador Trajano, que sepultó bajo montañas de arena la Domus Aurea y las construcciones colindantes, todo ese enorme pedazo de la Antigua Roma permanece sellado.
La mayoría de los historiadores opina que, bajo la colina de Colle Opio, la Domus Aurea que aún se desconoce debe permanecer prácticamente igual a como estaba en tiempos de Nerón: las obras de arte y los objetos decorativos fueron expoliados tras la muerte del emperador, sí, pero los frescos, los mosaicos y los estucos es probable que se mantengan indemnes. La idea más extendida es que la Domus Aurea secreta sea incluso más espectacular ya que se asomaba sobre al lago artificial creado por el propio Nerón, donde hoy se eleva el Coliseo.
Pero, para sacar a la luz esas maravillas, se necesita un dinero del que no disponen ni el Ministerio de Cultura ni el Ayuntamiento de Roma. Bastante han sufrido para sufragar la restauración de la Domus Aurea, llevada a cabo desde diciembre de 2005, cuando el monumento -uno de los más visitados de Roma- tuvo que echar el cierre de manera urgente ante el peligro de que se derrumbara.
Sólo impermeabilizar y consolidar la parte de la Domus Aurea abierta al público desde 1999 y cambiar el sistema de iluminación de sus salas (el antiguo propiciaba la aparición de algas) costará 3,8 millones de euros. Como para echar cuentas.
Pero Walter Veltroni, el incombustible alcalde de Roma, se niega a dar el carpetazo. En su afán, ha tenido una idea: buscar una empresa que pague las facturas y, a cambio, obtenga una enorme publicidad a costa de la Domus Aurea. «He pedido una cifra, saber cuánto dinero se necesita para llevar a cabo esas excavaciones. Buscaremos a alguien que quiera unir su nombre al más grande descubrimiento arqueológico de nuestros tiempos».