Jaime Brihuega, profesor de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, comisario de exposiciones, autor de numerosos libros y director general de Bellas Artes en la época de Felipe González, señala que «ésta puede ser una buena ocasión para ir aclarando uno de tantos tópicos que aún se ciernen sobre la Historia de nuestra intensa primera mitad del siglo XX».

Entre estos tópicos que señala Brihuega, uno de los más extendidos es el de un Sáenz de Tejada volcado en la creación de una iconografía favorable a los sublevados. «Nadie puede ni quiere negar que estuvo vinculado al bando rebelde», explica el historiador, «pero hay que terminar de una vez con la idea de que fue una especie de Goebbels español».

Esa leyenda ha sido facilitada, como indican los estudiosos, por la reutilización masiva y continuada de dibujos suyos fuera de contexto o retocados para manipular su intencionalidad o por la publicación de dibujos que son falsificaciones y que incluso llevan su firma falseada.

«No soy sospechoso de querer lavar la cara a nadie, ya que mi posición ideológica se ha situado siempre, y sigue situada, en la izquierda», admite Brihuega, para luego exponer sus argumentos: en primer lugar, que «a lo largo de la guerra nunca hubo militancia política específica y concreta por parte de Carlos Sáenz de Tejada» y que «al estallar la guerra y a lo largo del año siguiente es un profesional independiente que trabaja como ilustrador para la Agencia Johnson de Londres».

«Es sólo a partir de abril de 1937», prosigue el historiador, «y al enterarse del asesinato de su primo José Gómez de la Serna, cuando ofrece su colaboración a la Delegación de Prensa y Propaganda de Salamanca», donde trabaja desde septiembre de 1937 hasta marzo de 1938. Además, «colabora en Vértice [revista nacional de la Falange] sólo entre abril de 1937 y mayo de 1938, abandonando esta colaboración a causa de los intencionados retoques que sufría su obra para adaptarse a las líneas de la propaganda». Durante la guerra, «sólo realizó dos carteles, encargados por Auxilio Social en 1937 [ensalzamiento de la familia y de la agricultura]», según Brihuega.

Otro de los aspectos que desmonta el historiador es su participación en la obra Historia de la Cruzada Española: «En 1938, Ediciones españolas le contrata como director artístico de lo que iba a ser una Historia Contemporánea de España, proyecto que a partir de 1939 se transforma en la conocida Historia de la Cruzada Española. En 1941, tras la publicación de la segunda de las ocho entregas y después de verse sometido a la presión intervencionista del Régimen sobre su trabajo, renuncia al cargo de director artístico».