REAL MADRID 0

EL MADRIGAL. 21.000 ESPECTADORES.

Viera

Josemi

Fuentes

Cygan

José Enrique

Senna

Josico

Cani

Marcos

Mati Fernández

Forlán

Cambios: Guille Franco por Mati Fernández (min. 74)

Tomasson por Forlán (min. 83) s.c.

Tacchinardi por Cani (min. 86) s.c.

Casillas

Sergio Ramos

Cannavaro

Helguera

Torres

Gago

Diarra

Reyes

Robinho

Higuaín

Van Nistelrooy

Cambios: De la Red por Reyes (min. 65)

Nieto por Gago (min. 80)

Arbitro: Clos Gómez

Tarjetas amarillas: José Enrique, Cani, Senna, Sergio Ramos, Nieto.

Tarjetas rojas: No hubo.

Goles: 1-0: Marcos (min. 67).

VILLARREAL.- No hubo sorpresa en El Madrigal. Independientemente del resultado, el Real Madrid jugó igual de mal que de costumbre. A veces, ha solventado el horror con una falta directa, como la pasada semana en Mallorca; cuando eso no llega, lo normal es que caiga. Con la de ayer ya suma seis derrotas. Si hoy vence el Valencia, el aburridísimo conjunto de Fabio Capello se colocará cuarto en la tabla, sólo dos puntos por encima del Atlético de Madrid. Es cuestión de hacer un ejercicio de fe y de autoanimación, porque el juego del equipo no invita a nada alegre. El Real Madrid hace magia desde el comienzo de la temporada: nada por aquí, nada por allá.

Al Madrid le partió en dos un equipo que intentó siempre tirar hacia arriba y que tuvo a un chaval endiabladamente rápido y certero. Marcos fue el dueño de la banda izquierda, hizo un guiñapo con Sergio Ramos todo el encuentro y, además, marcó un gran gol, entre otras cosas porque Matías Fernández se inventó un pase estupendo que partió la cintura a la defensa blanca.

El conjunto amarillo fue netamente superior y eso significó que, se impartió justicia ante un rival que mostró pocos, poquísimos argumentos. Además, al Villarreal le queda el regusto agradable de que recupera su esencia, su poderío, su don. Al Madrid, la sensación de que los más 100 millones de euros que ha invertido tal vez habrían sido mejor empleados en paliar el hambre en Africa. Al menos, servirían para algo provechoso.

Pellegrini y Capello quisieron crear alta cocina sin echar una pizca de sal. Es decir, más efectividad pero menos sabor. Aunque en los tiempos que corren, es imposible tenerlo todo, y con tal de servir el plato encima de la mesa, los comensales se contentan. Aunque eso sí, siempre puede pasar que aparezca un cliente rebelde. Ayer, éste fue Matías Fernández. El mediapunta chileno hizo lo que quiso cuando tuvo el esférico en los pies, pero sin zamparse definitivamente al Madrid.

El conjunto blanco evidenció que su escuela es italiana. Esperó, corrió e intentó marcar. Hasta ahí, todo correcto. Su manual de instrucciones consta de dos folios, siendo muy claro y contando además con dibujos explicativos para que nadie se pierda. Pero ese estilo cae por su propio peso cuando el rival domina y lanza a puerta. Ahí, los argumentos son nulos y el único recurso es el balón aéreo. En uno de ellos, por cierto, la pelota le llegó a Robinho, que disparó a la grada.

En la primera parte, el Madrid disparó dos veces a puerta; en la segunda, ni una. Un horror, una pesadilla. Lo peor para el Madrid no es que no quisiera. Intentó todo lo que sabía, pero eso ahora es poquísimo. Su resultadismo camina por el alambre. Se sujeta arriba porque los demás no son tampoco nada del otro mundo. Ayer quedó demostrado que cuando un rival se toma el fútbol con más imaginación, la caída del Madrid es segura. De momento hay red, pero ésta se está rompiendo. Salvo el empeño y la ilusión que siguen mostrando gente como Casillas, Helguera o el joven Torres, nadie cumple ahí dentro. Eso en el Madrid es una aseveración durísima.

Marcos fue una pesadilla. Una y otra vez. Le ganaban en sueldo y en experiencia, pero no en descaro y ánimo de incordiar. Esa es su especialidad. Sus ganas de incordiar significan que el Villarreal está en clara mejoría respecto a otras jornadas. El Villarreal fue en todas las líneas mucho mejor que su rival. Algunas veces eso no sirve de nada, pero a la larga es lo que se impone.

No hubo noticias de muchos jugadores de Capello, especialmente arriba. El avión del equipo partió ayer con Van Nistelrooy dentro, y a alguno le entró ganas de preguntarle al holandés si había estado en el campo. Fue la ausencia más descarada. Hubo más. Robinho no es él, es su primo; Reyes se pierde y se encuentra cada dos semanas; Gago pudo haberse quedado en su casa, lo mismo que Higuaín. No pasa nada porque ya vuelve Emerson.

Vea todos los goles y los resúmenes en: www.elmundo.es