Domingo, 28 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6251.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Deportes
Cultura
Comunicación
Última
Crónica
Nueva economia
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie (Montesquieu)
 ESPAÑA
Rajoy promete llevar a La Moncloa la España liberal nacida en la Constitución de 1812
El líder del PP se compromete a presentar, «desde la moderación y la búsqueda de la concordia», un programa electoral «de centro», basado en los principios de «libertad e igualdad» de los españoles
CARMEN REMIREZ DE GANUZA

TOLEDO.- Más que una promesa, o un principio de programa, lo que ayer lanzó Rajoy fue un manifiesto. El líder del PP, en un tono solemne y enfático, y rodeado de cientos de los suyos, se mostró como el abanderado de la «España liberal», dispuesto a llevar hasta La Moncloa en 2008 todo el espíritu y la «reivindicación» política que desembocó en la Constitución de 1812.

Publicidad
«La España que representan los que hay aquí presentes tiene una alternativa», afirmó en Toledo: «el programa liberal que defiende el PP». «Otra España es posible», proclamó en un tono tan liberal como patriótico, «lo será en 2008, cuando se cumpla el bicentenario de una serie de acontecimientos que pusieron en marcha una reivindicación liberal que culminó con la Constitución de 1812».

«Doscientos años después», insistió Rajoy, «quiero liderar un programa liberal para España que sea capaz de atender los problemas generados por estos años de Gobierno de Zapatero».

Pero por si a algunos pudiera sonarles el liberalismo como sinónimo de capitalismo y de derechas, el presidente del PP puso cuidado en matizar el color de la bandera. «Desde la moderación y la búsqueda de la concordia, me comprometo a que este programa sea un programa de centro», afirmó con rotundidad, «que haga de la libertad y de la igualdad de los españoles el principio conductor de la política del PP en el Gobierno».

«Quiero que confíen en mí»

No era la primera vez que Rajoy hacía una proclama de carácter histórico y doctrinal para emplazar a los españoles. Con la misma solemnidad que ayer, el líder popular hizo lo propio en el Congreso, en su discurso de oposición al plan Ibarretxe; lo repitió en la Puerta del Sol, cuando convocó a una movilización ciudadana en contra del Estatuto de Cataluña; y también el pasado mes de diciembre, cuando lanzó su propuesta de reforma parcial de la Constitución de 1978.

La diferencia, ayer en Toledo, es que Rajoy vinculó su bagaje ideológico a la propia conquista de La Moncloa, que prometió basar en él todo su programa para las elecciones del próximo año y, sobre todo, que lo anunció en un tono reivindicativo, casi inédito.

«Quiero y voy a luchar por una España dinámica y plural dentro de su unidad», decía ayer Rajoy en esa suerte de manifiesto que le sirvió para presentar sus primeras propuestas nacidas de las recientes conferencias políticas sobre inmigración, seguridad, economía y modelo de Estado, y con el que dio arranque a su «alternativa».

«Quiero y voy a luchar por una España...», y Rajoy exhortaba, con esta frase, cada una de sus reivindicaciones políticas: el imperio de la ley frente a las bandas, los delincuentes, y los terroristas; el prestigio internacional; la competitividad; la viabilidad y la eficacia del Estado...

Y volviendo a su proclama histórica, Rajoy insistió: «la España que celebre el bicentenario liberal de la Constitución de 1812 debe reconocerse en esta España que acabo de describiros y que vosotros queréis».

«Presiento que las cosas cada vez nos van a ir a mejor», dijo un Rajoy enérgico y poco conformista. «Yo no quiero ser presidente del Gobierno», dijo, «porque el que esté ahora lo haga mal, sino porque los españoles confíen en mí. Me lo tomo en serio».

El líder del PP hizo ayer de la «confianza» un reclamo para sí mismo y para su propio partido. A modo de reacción frente a la política de Zapatero, Rajoy no pidió el apoyo de todos los españoles a su proyecto -por liberal, tan concreto- pero sí prometió «garantías» y «seguridad» de que hará en el Gobierno lo que promete ahora. «Somos un partido previsible», afirmó.


El agua, el 'árbitro' y el 'váyase usted a su casa'

TOLEDO.- Se trataba ayer de presentar la «alternativa» de Rajoy, pero también la del PP de Castilla-La Mancha, a cuatro meses exactos de su primera oportunidad, aún algo incierta, de conquistar el Gobierno autonómico en toda su Historia.

María Dolores de Cospedal, la candidata popular, dio toda la caña política que ella acostumbra y que ayer le pedía su auditorio en contra del Partido Socialista. Pero, al igual que Rajoy, primó en su discurso las propuestas, y se empleó a fondo en poner en positivo las recientes tensiones internas habidas en su partido -al igual que en el PSOE- en torno al reparto territorial del agua.

Cospedal, que en contra de algunos barones regionales del PP votará mañana a favor de la caducidad del trasvase Tajo-Segura en el articulado del nuevo Estatuto de Castilla-La Mancha, reivindicó entre aplausos su posición y prometió «las obras hidráulicas necesarias» desde el Gobierno autonómico, «para que tengamos agua en Castilla-La Mancha».

Además, desmintió en su discurso la presunta falta de solidaridad con las demás regiones españolas. «Nosotros, querido presidente», dijo dirigiéndose a Rajoy, «somos los más solidarios de España con el agua, lo hemos sido siempre; los más generosos. Y vamos a trabajar por que todos tengamos agua, los que estamos aquí y nuestras regiones vecinas. Sabemos que con nuestro trabajo podemos conseguir que también Castilla-La Mancha se enriquezca de su agua. Nosotros también tenemos derecho».

Por su parte, Rajoy hizo en su intervención lo que ya es ley en este asunto; echarle toda la culpa a Zapatero. «Voy a hablar del agua», dijo, para explicar que «el Gobierno derogó en 24 horas el Plan Hidrológico Nacional y no presentó ninguna alternativa, y no resolvió el problema».

Según Rajoy, cuando el jefe del Ejecutivo «no sabe qué hacer cita a las comunidades autónomas para decirles que se pongan de acuerdo». Llegados a este punto, Rajoy se dirigió a Zapatero: «Oiga usted: no. Usted no es un árbitro, usted es presidente del Gobierno, para explicar qué piensa y para hacerlo. Usted está abdicando de sus responsabilidades».

«Y si no, que se vaya a su casa», insistió Rajoy recordando a todos el viejo discurso de Aznar: 'Váyase, señor González'.


Lo patriótico es «no apoyar al Gobierno cuando lo hace mal»

TOLEDO.- La «alternativa» y la «oposición» volvieron a manifestarse como las dos caras de una misma moneda. Ayer al PP le tocaba enseñar la primera, pero Rajoy volvió a cosechar los máximos aplausos con la segunda. «Caña», «caña», le pedían al orador, nada más empezar, los populares castellano-manchegos. «Habrá caña, pero moderada», les contestaba su líder.

Y es que el presidente del PP venía a hablarles de su libro, que no era otro que la publicación de las 500 propuestas rescatadas de las conferencias políticas celebradas en otoño y asumidas por la dirección del partido para ser trasladadas a su programa electoral.

Pero un discurso en positivo no le impidió a Rajoy, al hablar de sus propuestas en Seguridad, poner de vuelta y media al Ministerio del Interior; y al hablar de las reformas para la competitividad, reprochar a Zapatero que «nadie en España se levanta por la mañana pensando en la República, en Franco o en las naciones».

Fue en todo caso en el capítulo de la política antiterrorista donde el líder del PP puso todo su énfasis opositor. Después de hacer un repaso por los apoyos del PP al Gobierno de Zapatero -el referéndum de la Constitución europea, la oposición al plan Ibarretxe, la ley de Dependencia o la Ley de Violencia Doméstica- Rajoy proclamó que «nadie en nombre de una unidad ficticia o por puro interés de partido, puede exigir a la oposición que apoye la negociación con los terroristas, que aplauda los errores del Gobierno o que esté a favor de la excarcelación de De Juana Chaos. Porque no es justo y porque no conviene a España».

«Yo apoyaré al Gobierno si hace cosas que son buenas para España», añadió, «pero la labor de la oposición, la verdadera labor patriótica de la oposición es no apoyar al Gobierno cuando lo hace mal y decirle que rectifique». «Y eso es lo que yo haré el tiempo que le quede, que ya es poco, a Zapatero», terminó.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad