Domingo, 28 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6251.
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DIVISION EN ESTADOS UNIDOS / Decenas de miles de manifestantes se concentran en Washington para expresar su rechazo al envío de más tropas al conflicto / Los congresistas se preparan para censurar la política de la Casa Blanca
Protestas en la calle y en el Congreso contra la estrategia de Bush en la Guerra de Irak
PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO

WASHINGTON.- La división de Estados Unidos sobre la guerra de Irak ha alcanzado una nueva cota. Por un lado, está George W. Bush y su Administración. Por otro, el Congreso, la mayor parte de la opinión pública y varias decenas de miles de manifestantes que ayer se concentraron en el Mall, el parque que ocupa el centro de Washington y que ejerce las funciones de manifestódromo en EEUU, para protestar por el conflicto.

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Por ahora, los perdedores parecen los manifestantes. A mediodía de ayer, apenas unas decenas de miles de ellos se encontraban en el Mall, y parecía poco probable que su número fuera a exceder las 100.000 personas previstas por las autoridades. Eso supone un fracaso incontestable para los organizadores, Unidos por la Paz y la Justicia, una coalición que agrupa a más de 1.300 grupos opuestos a lo que denominan «la política de nuestro Gobierno de guerra permanente e imperialismo».

Fue una protesta muy diferente de la de la era de Vietnam. Porque, aunque el actual conflicto es tan impopular entre los estadounidenses como lo fue la intervención en el Sudeste asiático, Estados Unidos no tiene en la actualidad un servicio militar obligatorio, lo que reduce de forma considerable los incentivos para preocuparse sobre la marcha de la Guerra en Irak, dado que, si uno no quiere, no va a acabar patrullando Bagdad. De hecho, la marcha careció del toque antisistema de las de los años 60, a pesar de la participación en ella de figuras de aquella época, como Jane Fonda, y de otros destacados líderes de la izquierda estadounidense, como el reverendo y ex candidato demócrata a las elecciones Jesse Jasckson y la actriz Susan Sarandon, cuyo compañero ha sufrido recientemente un tremendo disgusto tras enterarse de que el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, a quien dio la mano hace dos semanas, es de derechas.

Pero, en esta ocasión, los grupos pacifistas quieren usar el sistema desde dentro en sus propios intereses. De hecho, numerosos activistas van a permanecer en Washington hasta el martes, para tratar de reunirse con los miembros del Congreso, que se prepararan para celebrar un duro debate en el que probablemente censuren la decisión de George W. Bush de enviar 21.500 soldados más a Irak.

La oposición del Congreso parece estar siendo mucho más seria para la Casa Blanca que la de la calle. El viernes, un George W. Bush claramente desafiante afirmó: «Yo soy el que toma las decisiones». Lo hizo en respuesta a la decisión no vinculante del Comité de Fuerzas Armadas del Senado de oponerse al aumento de efectivos en Irak. El presidente estadounidense criticó duramente al Congreso al declarar que «el efecto de esas resoluciones» es «animar al enemigo». Un Bush más sarcástico de lo habitual también calificó de «irónico» que el Senado aprobara ayer, prácticamente por unanimidad, el nombramiento del general David Peatreus como comandante en jefe de las fuerzas de EEUU en Irak mientras que, por otra parte, se opone al envío de más tropas. La censura de Bush no sólo se ciñe a la oposición demócrata, sino también a sus correligionarios republicanos que, desde que perdieron el control del Congreso en noviembre, se han convertido en los mayores críticos de los planes del presidente para con Irak.

Mientras, la Casa Blanca sigue aumentando la presión sobre Irán con motivo de su presunta implicación en la guerra civil iraquí. Según el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Gordon Johndroe, el Gobierno de Teherán ha entregado «equipo para artefactos explosivos improvisados y entrenamiento que ha sido utilizado para dañar a los soldados estadounidenses».

Algunos expertos, como el demócrata Kenneth Pollack, partidario de atacar a Irán, afirman que los soldados de la República Islámica en Irak son los responsables de los ataques más sofisticados llevados a cabo contra los estadounidenses.

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