A las cuatro de la tarde del martes, cientos de personas se congregarán en Rosville Street, Derry, Irlanda del Norte. Recordarán allí a las 13 personas abatidas el 30 de enero de 1972 por fuerzas británicas -primer regimiento de paracaidistas- enviadas a Irlanda del Norte por el Gobierno de Londres para controlar la creciente violencia de los independentistas republicanos.
El monumento en memoria del Bloody Sunday -Domingo Sangriento- se llenará de flores, habrá cánticos y consignas, y quizá la alegría de saber que, 35 años después, la solución al conflicto en estos territorios del Ulster está, finalmente, al alcance de la mano. Hoy, dos días antes de la conmemoración, el Sinn Fein dará un paso decisivo y reconocerá -casi con total seguridad- a los Servicios de Policía de Irlanda del Norte (PSNI), que durante decenios han estado -en sus orígenes con el nombre de RUC, Royal Ulster Constabulary- al servicio de los unionistas y el Gobierno británico.
En la memoria, lo que sucedió aquella tarde del 30 de enero de hace 35 años, cuando 15.000 personas encabezadas por Ivan Cooper salieron a manifestarse por las calles del barrio nacionalista de Bogside para protestar contra una nueva ley -la conocida como internment- que permitía encarcelar a cualquier persona sin juicio alguno. La mayoría, católicos. Cooper, nacido en el seno de una familia trabajadora protestante, había sido miembro del Parlamento y, cuando lideró la marcha anti-internment, militaba en el Partido Laborista (SDPL).
Víctimas desarmadas
Dos años antes, hay quien apunta que tres, había empezado la actividad del IRA, (Ejército Republicano Irlandés), para lograr la independencia del Reino Unido. Entonces, las míticas pintadas en las calles de Belfast ironizaban sobre la fuerza, la capacidad y las posibilidades del IRA, al que caricaturizaban con la frase I Ran Away (Yo huí), según recuerda, en uno de sus múltiples artículos sobre el conflicto, el profesor Rogelio Alonso.
El 30 de enero de 1972, un pequeño grupo de manifestantes se separó del grueso de la protesta y se encaró a la policía, empezando a lanzar piedras contra un pequeño grupo de paracaidistas protegidos por una barricada. Los militares respondieron con botes de gases lacrimógemos, disparos de balas de goma y chorros de agua a presión.
Carreras, gritos y... fuego real. Trece personas, entre ellas seis menores, murieron en el acto. Una más fallecería cuatro meses y medio más tarde. Dos de los manifestantes fueron arrollados por vehículos del Ejército. Las víctimas estaban desarmadas, cinco de ellas recibieron los disparos mortales por la espalda.
Un tribunal formado de inmediato para esclarecer los hechos, el Widgery Tribunal, exculpó a los soldados británicos. Años después, en 1998, fue el Gobierno de Tony Blair quien ordenó una nueva investigación para esclarecer lo ocurrido aquel 30 de enero. Un día que incrementó, según la inmensa mayoría de los historiadores, la fortaleza del IRA, con el reclutamiento de cientos de simpatizantes que de inmediato decidieron combatir contra los unionistas, los lealistas y el Ejército británico.
El hecho de que fueran paracaidistas y no paramilitares quienes atacaran a los católicos en Bogside y que la matanza se produjera delante de decenas de testigos y periodistas -que han dejado testimonio escrito de lo que ocurrió aquel día- convirtió el Bloody Sunday en una fecha clave para el IRA y los republicanos irlandeses, que hoy mismo, en su conferencia de Dublín, dedicarán varias sesiones a recordar aquella fecha.
Gerard V.Donaghy, John F. Duddy, Hugh P. Gilmore, Michel G. Kelly, Kevin G. Mcelhinnet y John P. Young tenían 17 años cuando murieron. William N. Nash, 19. Michael M. McDaid, 20. James J. Wray, 22. William A.M cKinney, 27. Patrick J. Doherty, 31. James G. McKinney, 34. Bernard McGuigan, 41. John Johnston, de 59, moriría meses más tarde a causa de las heridas.
La conocida como Investigación Saville, ordenada por Blair a Lord Saville para esclarecer los hechos, ha supuesto el desembolso de unos 600 millones de euros y el interrogatorio de 921 testigos, cuyos testimonios ocupan cientos de folios. Se espera que las conclusiones finales se hagan públicas el próximo verano.