CARLOS GARCIA-CALVO. Enviado especial
PARIS.-
Un gran almacén de metal para la construcción de principios del siglo XX en pleno corazón del barrio del Marais fue el escenario escogido por la marca Armand Basi para la presentación de sus propuestas para hombre Otoño/invierno 2007, ayer.
La idea de Lluís Yuste de Nin, eminencia gris de Basi, fue más que acertada, dado que el espíritu de esta colección creada por Josep Abril es de una gran severidad, tanto en la tonalidad como en las texturas.
Vimos negro, gris y azul siempre envejecido en prendas básicos, como chaquetones de corte militar o marino, trajes, jerséis pantalones y americanas ajustadas en las que Abril ha añadido un toque rompedor y algo de feísmo en todo momento. Como por ejemplo cremalleras en bolsillos que quiebran la monotonía de un clásico Montgomery, mangas acolchadas de bibendum en una americana, o piel de cabra decorando jerséis de cuello en pico.
El lema de esta colección podría bien ser todo vale: prendas oversize mezcladas con otras muy estrechas, lo decimonónico con lo rabiosamente actual. Es un poco una oda a la ropa de época, el vintage tan de moda, aderezado con un toque de humor. Abril incluso utiliza la levita de un chaqué como abrigo superponiéndolo a otras prendas a modo de abrigo. Las americanas de los smokings hacen su aparición también, lavadas.
Los modelos de un cast impecable desfilaron sobre botas de combate realizadas en brillante charol, colmo de la elegancia. Como adorno, mucho metal brillante, tanto en los cinturones como en una carteras que colgaban del cuello de los chicos que iban peinados con unos lacios flequillos.
No creemos que prospere la idea de vestir al hombre el próximo invierno con esos leggings que arrasan entre la población femenina, sin embargo.
Sobre todo los de Abril, en grueso canalé que iban metidos dentro de las botas. Recuerdan a las mallas de clase de los bailarines de ballet y sospechamos que deben de resultar algo incómodos.
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