Lunes, 29 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6252.
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 CULTURA
ADIOS AL MAESTRO DE LA LITERATURA COMPARADA
La lucidez errante de Claudio Guillén se apaga en Madrid a los 82 años
El escritor y académico murió al fallar su corazón mientras veía la película 'La reina de Africa' en TV
P. ORTEGA BARGUEÑO

MADRID. - La muerte le sobrevino en zapatillas. Estaba viendo la película La reina de Africa en la televisión de su domicilio madrileño cuando su corazón falló y al instante dejó de latir. Claudio Guillén tenía 82 años y se hallaba en activo con todas sus facultades mentales a pleno rendimiento. De hecho, la tarde anterior estuvo trabajando con su esposa, Margarita, en el epistolario de su padre, Jorge Guillén, cuya publicación estaba prevista para fecha próxima. El pasado jueves asistió al homenaje que la Real Academia Española rindió a Francisco Ayala y acababa de terminar uno de los prólogos que llevará la edición popular de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, que preparan las 22 academias de la lengua española.

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Con Claudio Guillén, desaparece una de las máximas autoridades de nuestro país en Literatura Comparada, una disciplina que impartió por las aulas de un buen puñado de universidades de Estados Unidos, y a la que dedicó el contenido de su obra Múltiples moradas, merecedora del Premio Nacional de Ensayo en 1999.

Ningún autor de la gran literatura le fue ajeno. De Ortega a Jenofonte, de Maquiavelo a Shakespeare, de Tolstoi a Petrarca. Cuando regresó a España en 1982 de su largo exilio, fue designado catedrático extraordinario de Literatura Comparada en la Autónoma de Barcelona, introduciendo por primera vez esta materia académica en una universidad española.

Su exquisita formación intelectual y académica venía impresa prácticamente en sus genes. Había mamado desde la cuna pasión por la literatura y una mirada poética que dirigía a todos sus escritos por muy científicos que éstos fuesen. Hijo del poeta Jorge Guillén, quien fue miembro destacado de la Generación del 27, el escritor y también académico de la Lengua se marchó sin hacer ruido durante el fin de semana, pero su pérdida ha caído, por lo inesperado, como un jarro de agua fría entre sus amigos y admiradores.

El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, aseguraba ayer a Efe que «nada hacía prever la muerte» de Claudio Guillén, «un hombre que estaba lleno de vida, ilusiones y proyectos. Es impresionante todo lo que significa su figura. Siempre evocaba aquel entorno de gran renacimiento cultural que supuso la Generación del 27 y, además, tuvo una formación privilegiada, que superaba los esquemas de una educación puramente española, porque recibió una educación muy europea, americana, universal».

García de la Concha señaló que «Claudio Guillén propugnaba, dentro de la literatura comparada, superar el concepto estrecho de un estudio nacionalista de la literatura. Sin que eso signifique que él olvidara que la literatura nace arraigada en un lugar, era partidario de evitar el localismo, de la misma forma que hay que evitar caer en el otro polo, en el universalismo».

Para Guillermo Rojo, secretario de la RAE, la muerte de Guillén «ha sido un golpetazo que nos ha sorprendido a todos» y destacó, desde el punto de vista personal, que «era una persona muy amable, un caballero a la antigua, con unos hábitos y unas formas de trato de enorme dulzura y caballerosidad».

El escritor Arturo Pérez-Reverte insistió en que Guillén era «un académico impecable y un exquisito y perfecto caballero, de esa gente que ya no hay», al tiempo que destacó uno de los capítulos más desconocidos del fallecido, quien participó en la Segunda Guerra Mundial al formar parte de las tropas aliadas que liberaron Francia.

El filólogo y académico José Antonio Pascual también valoró el «refinamiento» de Guillén y precisó que estaban trabajando juntos en la organización del próximo Congreso Internacional de la Lengua Española que se celebrará en Cartagena de Indias. «Me he quedado huérfano», comentó.

La historiadora y también académica Carmen Iglesias rememoró la figura del escritor, de quien destacó «su gran finura de análisis y su extensa cultura», una valoración que también compartían el filólogo José Manuel Blecua y el historiador de la Ciencia José Manuel Sánchez Ron. Este último recordó que el pasado jueves estuvo conversando con él sobre Darwin y la evolución humana y se habían emplazado para seguir charlando sobre el tema.

Cuando Guillén ingresó en la RAE, el también académico Francisco Rico dijo que el rasgo personal que más definía al autor de Europa, ciencia e inconsciencia era «el estar siempre de paso, yendo y viniendo», de morada en morada. Desde hoy los restos mortales de Claudio Guillén descansarán en el Cementerio Civil de Madrid.

Obituario en página 6.

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