Lunes, 29 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6252.
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M2 / VIOLENCIA EN ALCORCON
La Iglesia dice: «Ni racismo ni xenofobia»
Los sacerdotes de las nueve parroquias de Alcorcón leyeron ayer en misa un comunicado para denunciar que los disturbios violentos se deben a un problema de «inseguridad ciudadana»
JOSÉ MANUEL VIDAL

Ni racismo ni xenofobia, un problema de seguridad ciudadana». Así reza uno de los apartados del comunicado de los sacerdotes de Alcorcón, que ayer se leyó en las nueve parroquias del municipio, para definir los recientes disturbios que colocaron a esta ciudad en el mapa del mundo. Se muestran dolidos por «quien ha intentado utilizar y manipular la respuesta a esta agresión a jóvenes vecinos de nuestra ciudad como muestra de comportamientos racistas y xenófobos».

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El manifiesto, que se leyó después de la Eucaristía, implica a la Iglesia en el día a día de los ciudadanos: «Los sacerdotes de Alcorcón, como responsables del acompañamiento pastoral de los fieles, sentimos la obligación de decir unas palabras».

Los sacerdotes no han querido mirar a otro lado y su comunicado condena, lo primero, los hechos violentos, a la vez que muestra su solidaridad con las familias de los afectados. Denuncia que el problema de fondo es educativo: «Una educación adecuada para vivir en democracia ha de ayudarnos a compartir constructivamente la vida con quienes piensan de otra manera que nosotros».

El padre Cayetano Sánchez lleva 12 años en Alcorcón, una ciudad que conoce como la palma de su mano. Ahora está en la parroquia de San Pedro Bautista y, como todos sus compañeros, leyó la nota y abordó el problema en la homilía, para «iluminar la conciencia de sus fieles».

A su juicio, se trata de una falta de valores: «Tenemos que trabajar en pro de una sociedad pacífica. Tenemos que aceptar a los demás independientemente de su color o de su origen. Tenemos que fundar la sociedad sobre la sacralidad de la persona y, de ahí, se derivará el respeto y la tolerancia», insistió a sus fieles en la homilía de la misa mayor.

Para don Cayetano, los disturbios se produjeron porque «no se promueven valores sólidos en la juventud, sino sólo una sociedad injusta y basada en el egoísmo». Y, al igual que sus compañeros, tiene claro que «no se trata de racismo ni de xenofobia, sino que lo que la gente denuncia es un problema de inseguridad ciudadana, por el que los políticos no hacen nada y la Policía, tampoco».

Los sacerdotes están convencidos de que se trata de «hechos aislados y concretos que, aun siendo graves, no deben alterar la convivencia pacífica y en libertad, que ha sido siempre práctica habitual entre nuestros vecinos». Por eso, les duele especialmente el show que se montó en torno a los disturbios. «Los medios de comunicación magnificaron lo ocurrido de una forma desproporcionada y lo convirtieron en un show mundial. Aquí hay periodistas de todo el mundo, desde Le Monde al New York Times. Es realmente penoso», dice don Cayetano.

Y el comunicado de sus compañeros insiste: «Se ha magnificado y tergiversado sin mucho conocimiento de causa, la realidad de esta ciudad, presentándola como una ciudad socialmente desequilibrada, faltando claramente a la verdad de una forma irresponsable».

Además de a los medios y a su exagerada cobertura, los sacerdotes apuntan también a algunos políticos que «están poniendo en circulación llamamientos que nada tienen que ver con la prudencia, la moderación y la firmeza democrática».

El comunicado concluye con un llamamiento para que «se evite el riesgo de adoptar soluciones equivocadas, tales como la desesperanza, el enfrentamiento, el conformismo y el sometimiento».

Como dice el cura, «quizás no recuerdan que, hace 18 años, se produjeron violentos enfrentamiento entre bandas de jóvenes de derechas y de izquierdas. Y eran todos españoles».

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