DARIO PRIETO
Un encorbatado con maletín atiende las explicaciones de un holandés y su portátil. Al lado, un joven con rastas le pasa a un cliente una bolsa para que inhale el producto. Arriba, una conferencia explica, a través de los diagramas de un proyector, la evolución del mercado en España en los últimos años. Expocannabis es una feria como otra cualquiera, con stands y souvenirs, aunque con una diferencia notable: aquí todo gira en torno al cannabis, la marihuana. Por eso, además de lucir una amplia sonrisa, visitantes y expositores comparten una forma de vida cada vez más extendida en el mundo occidental.
En su segunda edición (la primera fue en octubre de 2005), Expocannabis se consolida como la mayor cita cannábica de España en importancia tras el Spannabis de Barcelona. Junto a los tradicionales puestos de papel, pipas de agua (bongs) o mostradores de Energy Control (la ONG que analiza las drogas y fomenta un consumo responsable de éstas), varias han sido las propuestas más novedosas de este año.
Por todos es conocida la escena de los fumetas pasándose un canuto. Lo que quizás no conoce tanta gente es la imagen de unos señores inhalando en casa vapor de marihuana. Los vaporizadores son uno de los productos con más éxito entre la comunidad. Diseñados en principio para enfermos crónicos a los que se les recetaba marihuana y no podían fumarla, los vaporizadores extraen el THC (el principio activo) de la planta y lo pasan a una bolsa con una válvula. De ahí se aspira, como si fuese aire. No rasca la garganta y apenas sabe a nada. Los escépticos se miran con cara de decepción después de haberlo probado, pero a los pocos minutos se les ve luciendo las sonrisas antes mencionadas. El Volcano es la versión más extendida; este año ha presentado una versión digital para quienes quieran aprovechar las posibilidades de otras plantas.
Por su elevado precio (300-400 euros) y tamaño, los vaporizadores suelen restringirse al hogar. Sin embargo, este año se han empezado a ver puestos de vaporizadores portátiles. Con forma esférica o de probeta, permiten absorber el THC sin necesidad de recurrir al humo. Se calienta la marihuana (o el tomillo u otra hierba aromática, que no todo son colocones) con un mechero y se absorbe por un tubo. Es el caso del Vapbong (www.vapbong.com), invento español cómodo y discreto con el que el usuario puede conseguir relajarse sin que huela nada.
La alta tecnología también ha llegado a la marihuana. Por eso, en Expocannabis se pueden encontrar los últimos avances en cultivo hidropónico: esto es, sin tierra. Tan sólo con agua, filtros, luces y unos dispositivos especiales se pueden conseguir cosechas de órdago, con cogollos de marihuana como brazos.
Además de la vertiente lúdica, el encuentro muestra las posibilidades industriales del cáñamo, una de las plantas con más usos de la naturaleza: papel, complementos... Un poco más allá hay, incluso, productos de belleza elaborados con cannabis, cerveza, etcétera.
Aunque ferias como ésta son una prueba de que la tolerancia hacia la marihuana es cada vez mayor, varios puestos recuerdan los problemas que afrontan los cultivadores y la situación de ilegalidad que rodea aún al cannabis. Asociaciones como ENCOD (European Coalition for just and effective drug policies), Amigos de María, ACECA (Asociación Central del Cáñamo) y FAC (Federación de Asociaciones Cannábicas) mostraron su oposición a las políticas gubernamentales con folletos y hasta procesiones en olor a San Canuto. La revista Cáñamo, altavoz del movimiento en España, celebró sus diez años de vida.
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