Lunes, 29 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6252.
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Ocio / Música
El ángel negro sobrevoló el Real
La diva alemana Ute Lemper hace vibrar a un abarrotado coliseo con composiciones míticas del cabaré berlinés como 'Lola' o 'Lili Marleen'
BEATRIZ PULIDO

Enigmática, distante, con un físico magnético, rasgos afilados, dotada de una voz privilegiada, los años han ido reforzando sus señas de identidad. Con esa anatomía intimidante y ese aire de fingida frialdad, a medio camino entre la Dietrich y la môme Edith Piaf, la cantante Ute Lemper consiguió resarcir con creces al público madrileño de lo acontecido la última vez que pisó suelo de la capital. En aquella ocasión un problema de voz la retuvo tan sólo media hora sobre la escena.

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El sábado por la noche, con el escenario de cañerías y conductos levantado por Calixto Bieito en el Real para la representación de la ópera Wozzeck, la Lemper inició un mágico viaje al corazón de la canción de cabaré, partiendo de la extraordinaria efervescencia cultural que supuso la República de Weimar y echando mano de un repertorio gestado en el periodo de entreguerras que fue perseguido por el nazismo.

Ataviada con un terciopelo negro que le rozaba los tobillos, sobre un traje del mismo color, la cantante alemana hizo vibrar al público con canciones procedentes, en su mayoría, de su dúo fetiche: el compositor Kurt Weill y el escritor Bertolt Brecht. También con composiciones propias, como Ghost of Berlin o Strasse der Sehnucht. Dotada de grandes recursos técnicos y un gusto musical que sólo levanta reparos entre la crítica cuando interpreta demasiados temas de cosecha propia, la Lemper ejecuta a la perfección esa canción de cabaré de las primeras décadas del siglo XX, pasando por la chanson francesa, el jazz neoyorquino y cualquier género que se le ponga por delante.

Con talento para la interpretación y ademanes cómicos que le resultan útiles sobre el escenario, la diva ha cantado en prestigiosos escenarios, como la Scala de Milán, el Piccolo Teatro, el Lincoln Center o el Royal Festival Hall. Posee, además, la ventaja del idioma (canta indistintamente en inglés, francés o español, cuidando el acento original de cada lengua).

Alguien le puso una vez el apelativo de ángel negro, recordando el papel y la imagen de la Dietrich (El ángel azul), en la película dirigida por Josef Von Sternberg. Sus gestos y su voz sobre la escena, interpretando temas como Lola o Lili Marleen, jamás lo desmintieron. Embajadora de la canción del cabaré berlinés, hace más de 20 años que encontró esa senda casi olvidada y revitalizó muchos de aquellos temas, como Lola, Muenchhausen, de Hollaender, o Berlin im licht, del propio Weill. Después, cuando ya era conocida, sólo le quedó empezar a parecerse a ella misma.

Escritora, bailarina, actriz, Lemper presentaba el sábado Angels over Berlin, un espectáculo que ronda el lenguaje cinematográfico y con el que la polifacética artista tiene el éxito asegurado. Los asistentes aplaudieron especialmente la versión de Lola y de Sourabaya Johnny, y sonrieron con los interludios hablados. De la comedia en tres actos Happy End extrajo temas como Bilbao Song, además de la citada Sourabaya Johnny.

Si algo maneja a la perfección la artista nacida en Münster en 1963 es la sátira que emplean las letras de las canciones de aquella época para reflejar la decadencia. Lemper cuenta entre la interpretación de cada tema, de forma hablada, todas aquellas circunstancias políticas y sociales que rodearon el nacimiento de cada canción. Lo hace con desparpajo y muchas dosis de ironía. Desde los años 20, cuando el cabaré era sinónimo de nocturnidad, ambigüedad y provocación, pasando por la guerra, la separación de las dos Alemanias y la posterior caída del Muro, hasta llegar al momento actual. Lemper dice no introducir elementos políticos ni ideológicos; lo que no faltan en sus conciertos son las críticas a todo aquello que no soporta.

«Bienvenidos a este viaje por Berlín a través del tiempo. Un viaje entre el ayer y el mañana». A lomos de su mágica voz se embarcó con los asistentes rumbo al presente, con la única compañía de un piano (Werner Gierig), un contrabajo (Don Falzone) y una guitarra (Mark Lambert). Una hora y media de viaje sin paradas. Con todos los billetes vendidos, la Lemper inició el itinerario partiendo de la canción Yiddish Song Cycle, hasta desembarcar en el collage de cabaré que hizo a propósito del musical Chicago, titulado Moritat Collage. Un recuerdo a sus orígenes, hace ya 20 años, en el teatro musical, interpretando los papeles principales de Chicago, así como Blue Angel o Cabaret. El ángel negro sobrevoló el escenario del Teatro Real y no defraudó.

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