Lunes, 29 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6252.
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Es muy difícil hacer compatible la política con la moral (Sir Francis Bacon)
 OPINION
LA TRASTIENDA
Alcorcón como síntoma
ISABEL SAN SEBASTIAN

La población autóctona de Alcorcón no ha sufrido un brote repentino de racismo colectivo ni ha decidido en masa fastidiarle al presidente las celebraciones por los éxitos de su política «pacificadora». Los disturbios de ese municipio madrileño no son un fenómeno «puntual», como afirman las fuentes oficiales, falseando la verdad y destrozando de paso nuestra hermosa lengua, ni mucho menos la demostración empírica de la maldad xenófoba de los españoles. Alcorcón es un síntoma de lo que sucede cuando la acción de Gobierno se improvisa sobre la marcha en base a prejuicios y lugares comunes aprendidos en las asambleas de la Universidad. Un síntoma que se suma a otros muchos manifestados ya desde hace tiempo en la maltrecha salud de esta España nuestra, gravemente enferma como consecuencia del régimen a que la tiene sometida este campeón del talante.

Alcorcón regurgita violencia porque no es capaz de asimilar la enorme cantidad de inmigrantes que se ha visto obligada a absorber en un plazo de tiempo muy corto, sin infraestructuras, ni presupuesto, ni equipamientos suficientes para ello. Protesta porque sufre un problema de integración que sólo puede negarse desde la ceguera voluntaria. Se rebela ante un deterioro paulatino de la convivencia, ya de por sí compleja en un barrio no precisamente opulento, motivado por la irresponsabilidad de quienes toman las grandes decisiones. Y si éstos se empeñan en cerrar los ojos, la chispa que ha saltado allí prenderá un incendio a gran escala.

Mientras tanto, el ministro de Trabajo se felicita por las altas tasas de empleo y los récords de afiliación a la seguridad social de trabajadores extranjeros, sin preguntarse ni por un instante qué hacen los hijos de esas personas mientras tanto, sin nadie que los controle, cómo afecta su irrupción masiva en las escuelas e institutos o si reproducen aquí, como efectivamente hacen muchos de ellos, el modelo de agrupamiento en bandas agresivas vigente en sus países de origen. Eso no interesa. Caldera toma el dinero y corre. Pan para hoy, hambre para mañana.

Alcorcón es un síntoma. El crecimiento exponencial de las cifras de delincuencia juvenil violenta, otro, estrechamente relacionado con los alarmantes índices de fracaso escolar y la proliferación de episodios de acoso o bulling. Pero, ¿a quién le importa? El jefe del Ejecutivo está muy ocupado buscando el modo de salvar la vida y la libetad de De Juana Chaos, entenderse con ETA y lograr que aguanten los números macroeconómicos hasta después de las elecciones. Lo demás es lo de menos.

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