ERASMO Phoeung. Tal fascinación,
morbo, por los piélagos hondos del alma humana. Tal curiosidad, atención suscitan,
ya Linneo los sistematizó, clasificó: niños salvajes, viaje abisal entre lo antropológico
y lo circense. La niña-mono, de Oyadao, la aldea misérrima camboyana, a la formidable
intuición macluhaniana: la aldea global. Psicólogo de Oviedo (política sandez
de los Sin Fronteras) y no hay ningún lingüista. El fulgor de los abismos.
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