Casi nueve años después del acuerdo que puso fin a 30 años de terrorismo, el Ulster se prepara para nuevas elecciones el 7 de marzo y para el restablecimiento del Gobierno autonómico, suspendido desde 2002. El último obstáculo importante quedó despejado ayer en un Congreso extraordinario del Sinn Fein. A propuesta de sus dirigentes, que han recibido incluso amenazas de muerte en la última semana por dar este paso, una mayoría abrumadora de los 2.000 afiliados decidió apoyar a la nueva Policía norirlandesa y participar en sus estructuras y órganos de control cuando pase a depender del nuevo Gobierno autónomo, lo que está previsto para mayo de 2008.
De llevarse a buen puerto, será, sin duda, una noticia positiva, pero la lentitud y las enormes dificultades para aplicar los pactos alcanzados en la Semana Santa del 98 prueban lo difícil que es superar conflictos como el del Ulster, en el que fueron asesinadas casi 4.000 personas. Superado el gran escollo -el desarme del IRA-, la aceptación de la Policía era la condición principal exigida por el Partido Unionista Democrático de Ian Paisley, principal partido protestante, vencedor en las elecciones de 2003, para volver a compartir el poder local con el Sinn Fein, el más importantel partido católico, que quedó en segundo lugar.
Para convencer a los suyos, el líder del Sinn Fein, Gerry Adams, ha conseguido volver a colocar a su número dos, Martin McGuinnes, como viceprimer ministro del futuro Gobierno, la promesa británica de devolver a Stormont las competencias judiciales y una limitación estricta de las competencias del MI5, el servicio secreto británico, en Irlanda del Norte. Para facilitar el compromiso, el Gobierno de Dublín ha aprobado inversiones por valor de 1.200 millones de euros en infraestructuras en el Ulster, pendientes de concretar en negociaciones con los futuros ministros de Belfast. El próximo martes, en Downing Street, los primeros ministros británico e irlandés darán luz verde definitiva al restablecimiento de la autonomía.
Si, como tantas veces en los últimos años, el reverendo Paisley, siempre reaccio a compartir poderes con el Sinn Fein, saca de la chistera nuevas condiciones que hagan imposible las elecciones de marzo, Londres y Dublín, con el visto bueno de Adams, tienen preparado un plan B, que reforzaría los poderes de Irlanda en la administración de los seis condados norirlandeses de mayoría católica.
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