Miércoles, 31 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6254.
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La vida alegre de los 'arquitectos' de Stonehenge
Descubren restos de viviendas donde se celebraban grandes banquetes muy cerca del famoso monumento neolítico
FERNANDO MAS. Corresponsal

LONDRES.- En pequeñas casitas de piedra de unos cinco metros cuadrados, apenas unos cuartuchos adornados con camastros y armarios de madera, situadas al oeste de las Islas Británicas, vivieron hace 4.600 años unos tipos que, además de trabajar, organizaban unas fiestas pantagruélicas.

Con la llegada del invierno, todos los habitantes de la región se reunían en un poblado enorme -según las dimensiones de la época- y se daban unos tremendos festines. Eran días de descanso y de celebración. A sus muertos los honraban en monumentos funerarios impresionantes y, quizá, los lanzaban río abajo para que viajaran hacia otra vida.

Algo así debía ser la vida de los habitantes de Durrington Walls, en las proximidades de Salisbury, según el arqueólogo Mike Parker Pearson, de la Universidad de Sheffield. Su trabajo en esas tierras, auspiciado por National Geographic, ha arrojado un resultado excepcional: el descubrimiento de las casas donde moraron los constructores del mítico y misterioso ¿poblado? ¿monumento funerario? de Stonehenge.

Stonehenge es un conjunto de piedras agrupadas en cuatro círculos concéntricos cuyo significado no se conoce exactamente. Ha sido la atracción de druidas, fanáticos del más allá y miles de turistas que, además de amenazar su conservación, en el solsticio de verano se concentran en busca de energía, paz, liberación.

Parker Pearson, con una deliciosa carga de ironía, ha unido ahora estas famosas piedras con los restos encontrados en Durrington y ha concluido que los habitantes de esta villa fueron los constructores de esos círculos de piedras donde se celebraban ceremonias funerarias. Punto.

Este arqueólogo y su equipo datan los restos hallados en Durrington Walls entre los años 2.500 y 2.600 antes de Cristo. Es decir, tienen tanta edad como Stonehenge. «Allí era donde iban de fiesta. Se podría decir perfectamente que allí se celebró el primer festival al aire libre de la Historia», cuenta Parker Pearson.

Suelos de arcilla

Hasta ahora han marcado los límites de ocho viviendas y han encontrado en los suelos de arcilla las marcas del mobiliario. Pero creen que puede haber un centenar de casitas y tienen la certeza de que era polo de atracción de los habitantes de toda la comarca. «Quizá ésta sea la ciudad neolítica más grande jamás encontrada en el Reino Unido», apunta el investigador de Sheffield.

Parker Pearson considera que se trata, en cualquier caso, de un poblado estacional, al que se acudía en ocasiones puntuales y que, en realidad, los habitantes se movían entre este punto y los círculos de piedra de Stonehenge, a una distancia de unos 3,5 kilómetros.

Lo de los festines en este poblado neolítico viene a cuento de la gran cantidad de huesos de animales que se han encontrado, mordisqueados, y de los dientes de cerdo que han aparecido. «Nunca habíamos descubierto una cantidad semejante de cerámicas, objetos de sílex y de osamentas de animales», apunta Parker Pearson.

El Neolítico es el periodo en que el hombre pasa de ser nómada y cazador recolector a asentarse en pequeños poblados e inicia la ganadería y la agricultura.

Para los investigadores queda claro que Durrington y Stonehenge forman un complejo religioso utilizado para ritos funerarios, además de punto de encuentro para los festivales del solsticio de invierno.

«Stonehenge está alineado con el atardecer del solsticio de invierno, mientras que las construcciones circulares de Durrington lo están con el amanecer del solsticio de invierno. Son [asentamientos] complementarios», ha explicado Parker Pearson.

Según su recreación de lo que era la vida en esa población tan fascinante, la utilidad de Durrington era «celebrar la vida y dejar la muerte en el río para que se fuera a otro mundo, mientras que Stonehenge era un punto para el recuerdo, incluso un lugar donde descansaban algunos de los muertos».

O sea, que la conclusión de Parker Pearson es que mientras Stonhenge sería un lugar -quizá también con referencias astronómicas claras- para la muerte, para honrar a los muertos, mientras que Durrington Walls era el punto al que se volvía a celebrar la vida. De ahí que uno estuviera construido en piedra para soportar el paso del tiempo, y otro en madera, un material que se deteriora a la intemperie.

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