Miércoles, 31 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6254.
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Una odisea apasionante
DAVID SOLAR

La Aventura de la Historia ha alcanzado su número 100. Toda una aventura editorial y un hito histórico, al menos en la historia de la prensa especializada española, donde las revistas del género fueron escasas en el pasado y, salvo excepciones, efímeras. Cien meses en los que se ha ensanchado el panorama de las revistas y de los libros de Historia, al socaire del progreso español que propicia tiempo de ocio, consumo de cultura y explotación del filón de la Historia, tan gratificante como variado e inagotable.

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Cuando La Aventura de la Historia llegó a los quioscos, en noviembre de 1998, constituyó toda una novedad en el mercado de las revistas de la especialidad. Entonces sólo había dos en circulación y ambas eran de pequeño formato, con fórmulas de edición propias de la época de su fundación. Nuestro primer número sonó como un toque a rebato: unas cambiaron el formato y la cabecera; otras, aparecieron en los años siguientes y, a la vez, proliferaban las revistas de alcance autonómico. Curiosamente, todas adoptaron nuestra fórmula, hasta llegar, en algunos casos, al plagio descarado.

Pero de lo propicio que sería el porvenir nos enteramos después. Si queríamos atraernos al lector, había que adaptar nuestro paso al veloz discurrir del tiempo, entonarnos con los gustos por la imagen, la lectura rápida, los mensajes esquemáticos y, a la vez, escapar de la competencia de una prensa diaria, cuya oferta de temas culturales, concretamente históricos, era cada vez más perceptible.

Conjugar muchos de esos factores con una información seria, documentada, realizada por profesores, investigadores, periodistas y diversos especialistas, constituía todo un reto. Hubo que hacer un ejercicio de posibilismo redaccional con una presentación vistosa, espectacular incluso, y buscar técnicas de comunicación que abrieran vías de acceso al lector: una apariencia atractiva, una disposición del mensaje que entrara por los ojos, una clarificación del contenido y una reiteración de las claves de cada historia, de modo que el aficionado pudiera hacer varias lecturas de cada uno de los artículos e, incluso, conservar en la retina imágenes tan atractivas como explicativas y clarificadoras.

Pero ¿cuál debía ser el contenido? La fórmula de la aglomeración de asuntos congregados por mor del capricho o la casualidad, vertebrados en torno a un tema que resultara especialmente sensible, fue la vieja fórmula que tuvo un gran éxito en toda Europa durante la segunda mitad del siglo XX. Tales publicaciones, aunque periódicas, no eran demasiado periodísticas. Los nuevos tiempos necesitaban un potente equipo redaccional que pusiera en marcha un producto plenamente informativo. La Historia, seguramente por encima de todas las demás ciencias sociales, se presta a un tratamiento periodístico por su inagotable producción de noticias de todos los órdenes.

Hay en el mundo millares de excavaciones arqueológicas que van destilando noticias interesantes; quizá son cientos de miles los investigadores que realizan sus pesquisas en los archivos que por doquier se abren o desclasifican; se programan cada mes decenas de simposios, ciclos de conferencias, exposiciones y actos conmemorativos o se celebran por todo lo alto efemérides reseñables. No hay semana sin que aparezca algún libro notable, ni año sin un par de películas históricas que llenen los cines. No pasa un lustro sin que los planes de educación afecten a la Historia, ni semestre sin que salte a las páginas de la prensa un contencioso por la propiedad de un archivo o un escándalo por el expolio de una obra de arte o por el deterioro de un edificio histórico...

Todo eso es Historia y puede organizarse en forma de revista y ése ha sido nuestro empeño durante los pasados nueve años: hacer todos los meses una aventura histórica de nuestra publicación. Cien números y proyectos editoriales y audiovisuales variados son hoy nuestro bagaje y el objeto de nuestra celebración, pero sólo se trata de la época fundacional. La Aventura de la Historia ha mostrado sus grandes posibilidades como publicación periodística plenamente comprometida con los problemas que genera nuestra sociedad. Pero las opciones son tantas y tantos los proyectos y esperanzas de futuro que será a partir de ahora cuando realmente iniciaremos nuestra gran aventura.

David Solar es director de la revista 'La Aventura de la Historia'.

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