Parot es el asesino más sanguinario de la historia de ETA: está condenado a 4.799 años de cárcel por, entre otros crímenes, 82 asesinatos, (38 de ellos consumados). Ayer se sentó de nuevo en el banquillo por el contenido de una carta que fue intervenida durante un registro en el domicilio de los entonces jefes del aparato militar de ETA, Ainhoa Múgica Goñi y Juan Antonio Olarra Guridi. Éste testificó que no había recibido ninguna misiva de Parot, que ayer sólo declaró, en francés primero, y en euskara, después: «No reconozco a este tribunal», frase que fue traducida por sendas intérpretes.

En la carta, fechada en junio de 2001, Parot proponía atentar contra objetivos estratégicos para forzar una negociación con el Estado. Por ejemplo, se lamentaba de que la banda todavía no haya atacado la Audiencia Nacional: «¡No entiendo cómo no la hemos volado ya!». Gordillo subrayó la crueldad que encierra ese propósito, destacando que cada día trabajan 400 personas en esa sede judicial.

Por todo ello, el Ministerio Fiscal y las acusaciones populares (que ejercieron la Asociación de Víctimas del Terrorismo, y Dignidad y Justicia), le acusaban de los delitos de conspiración para atentado terrorista e integración en banda armada. Parecía previsible que el fiscal retiraría la acusación por pertenecer a ETA, a la vista de lo ocurrido recientemente en el juicio contra De Juana Chaos. En aquella ocasión, se argumentó que no podía condenarse al etarra dos veces por el mismo hecho: al no quedar probado que hubiese abandonado nunca la disciplina terrorista, no podía haber cometido de nuevo el delito de militar en ella. En la misma situación aparentaba estar Henri Parot.

Gordillo disipó pronto las dudas sobre cuál iba a ser su posición: «Éste no es el caso De Juana Chaos», proclamó con contundencia. Y, a continuación, sorprendió a la sala al sostener que la carta de Parot suponía una acción que integraba un tipo penal distinto del de la mera pertenencia a banda armada: el de promotor y organizador de una organización terrorista. En consecuencia, no sólo mantuvo su petición inicial de condena, sino que la elevó cuatro años.

El propio fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, propuso este cambio de criterio tras estudiar el escrito de acusación en la tarde del pasado lunes. A la vista de los elementos probatorios de que se disponía, Zaragoza consideró más adecuada la nueva calificación jurídica y consensuó esa postura con el fiscal del caso, Ignacio Gordillo.

Gordillo basó su exposición en un informe de la Comisaría General de Información. Según éste, de la misiva de Parot podía deducirse que éste había dirigido varias comunicaciones a la dirección militar de la banda dando indicaciones sobre la estrategia a seguir, que consistirían en un aumento cualitativo de los objetivos y en un incremento de la actividad terrorista. Estas directrices, según la Policía, fueron seguidas por ETA, que desde que se recibió la carta realizó una ofensiva contra «sitios más vitales», como pedía Parot: el Banco de España, el aeropuerto de Barajas, la estación de Chamartín o el edificio Torre Europa. El resultado: tres muertos y 123 heridos.

En el documento policial se añade que Parot aporta a ETA «sus experiencias de índole logística». Tan valorada estaba su contribución a la banda que incluso estaba ideando un plan de fuga para Parot, según el relato que este mismo hace.

La AVT, representada por el letrado Juan Carlos Rodríguez, mantuvo su petición inicial de 27 años de cárcel; Dignidad y Justicia, patrocinada por el abogado Joaquín Ruiz de Infante, tampoco cambió la suya, de 32 años de prisión.

El letrado Iñaki Goyoaga defendió la absolución de Henri Parot y volvió a criticar que la Audiencia Nacional aplique un «derecho penal de autor».

Parot fue detenido en 1990. Una condena en el juicio que afrontó ayer sería la única que le mantendría en prisión a partir de 2009, si el Constitucional acabara revocando la llamada doctrina Parot sobre redención de penas.