El noveno aniversario del asesinato del matrimonio Jiménez Becerril sirvió ayer de ocasión y escenario en Sevilla al presidente nacional del PP para hacer, desde el escepticismo, un doble emplazamiento al presidente del Gobierno.
Rajoy exhortó a Rodríguez Zapatero a «defender» con palabras «la ley y el Estado de Derecho» frente a la «inaceptable» posición del Gobierno vasco contra la imputación de su lehendakari. No sólo criticó su silencio respecto de la «multitudinaria manifestación» de Bilbao porque, dijo, «no se puede chantajear a los jueces», sino que dedicó calificativos idénticos a los nacionalistas y al jefe del Ejecutivo al tildar de «disparate colosal» tanto las declaraciones de éste, ayer, en favor del derecho a la «libertad de expresión», como la decisión del tripartito vasco de llevar a la Mesa de la Cámara de Vitoria un debate sobre la petición de excarcelación del etarra De Juana Chaos.
Rajoy hizo a Ibarretxe la misma advertencia que meses atrás repitió al propio Zapatero: «En democracia, todo somos iguales ante la ley, y por encima de la ley no hay nadie. Y el señor Ibarretxe está sometido a la ley como lo están desde el más humilde hasta el más poderoso, el presidente del Gobierno, el presidente de banco o el conserje». «Si Rodríguez Zapatero no quiere decir esto, que es el abecé de la democracia, yo lo diré», advirtió el presidente del PP.
El segundo emplazamiento de Rajoy a Zapatero fue su renovada oferta de recuperar el consenso en torno al Pacto Antiterrorista; una oferta con la que llegó a explicar su propia participación y la de su partido en la marcha convocada para el sábado en Madrid por el Foro Ermua.
«El consenso para negociar con ETA, que es a lo que se nos ha convocado a los españoles, va a ser muy difícil», afirmó Rajoy el mismo día en que el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, volvía a reunirse con los portavoces de los grupos parlamentarios, incluido el del Partido Popular, Eduardo Zaplana.
«Yo quiero la unidad para derrotar a ETA, no quiero la unidad para pagar a ETA ni para negociar con ETA», insistió, primero en rueda de prensa y luego en una comida mitin celebrada en el pueblo sevillano de Alcalá de Guadaira, «porque eso ni es moral ni es legal y, lo que es peor, ni es útil ni eficaz».
«Si el Gobierno quiere, aquí estaremos nosotros», añadió recuperando lo ya enfatizado semanas atrás en su discurso en el Congreso. «Cuando vengan los tiempos difíciles, aquí estaremos nosotros. Los grandes acuerdos nacionales se hacen entre los partidos que son alternativa de Gobierno».
Rajoy admitió de manera expresa dos cosas: que «se negoció con ETA» y que «el proceso está muerto» desde que la banda decidió atentar en diciembre en Madrid con un saldo de dos víctimas mortales.
Sin embargo, pese a la ruptura del proceso, Rajoy aseguró que el jefe del Ejecutivo «no ha rectificado» y dijo «ignorar por qué». Una afirmación, esta última, que tuvo su singular lectura cuando, a continuación, Rajoy reclamó al Gobierno que «desmienta categóricamente» las afirmaciones del sacerdote redentorista irlandés Alec Reid en EL MUNDO sobre sus «compromisos» adquiridos con ETA, que, según Rajoy, «de ser ciertas, son muy graves».
«La manifestación del sábado», dijo retomando su mensaje, «va a servir para transmitir al Gobierno lo que piensa mucha gente: que el acuerdo debe ser con el PP, con las víctimas del terrorismo y con el Foro Ermua, no con Batasuna ni con Alec Reid, ni con unos asesores internacionales ni con quien está pidiendo la autodeterminación del País Vasco, ni con quien organiza manifestaciones contra los jueces».