MADRID. - El presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, se mostró ayer contundente: «El Gobierno no va a aumentar la presencia militar en Afganistán. La pregunta [en relación con este asunto] se responde rápidamente».
Con esta claridad, que no deja margen alguno para la especulación, el jefe del Ejecitvo anuló de un plumazo todas las dudas que suscitó el lunes el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, quien, durante una visita a la base española de Herat, afirmó que el Gobierno «no ha tomado ninguna decisión» a este respecto, aunque supeditó la misma a los acuerdos que se adopten la próxima semana en la reunión que mantendrán los ministros de Defensa de la Alianza Atlántica en Sevilla.
De esta forma, el presidente del Gobierno se mantiene fiel a la filosofía que mantuvo con toda firmeza en la pasada Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN, celebrada a finales del mes de noviembre en Riga (Letonia).
En aquella ocasión, y pese a los insistentes reclamos del presidente de EEUU, George W. Bush, y del secretario general de la Alianza, Jaap de Hoop Scheffer, Zapatero se negó no sólo a enviar más tropas, sino también a levantar las restricciones nacionales (caveats) en virtud de las cuales los soldados españoles sólo pueden actuar dentro del área que les ha sido asignada desde el principio (salvo casos de emergencia, entendiendo como tales las acciones de rescate de otros militares de la OTAN heridos en combate) y en misiones de asistencia al Gobierno afgano en el mantenimiento de la seguridad imprescindible para llevar a cabo las labores de reconstrucción.
Alonso, por su parte, había señalado que ni «descartaba ni encartaba» [sic] un incremento de los efectivos militares desplegados bajo paraguas de la OTAN en el país.
La insistencia de los informadores en relación con un posible aumento de tropas surgió a raíz de algunas filtraciones desde ámbitos militares según las cuales el Ejecutivo estudiaba el envío a Afganistán de un refuerzo de entre 150 y 300 soldados.
El número más bajo correspondería a la decisión del Gobierno de hacerse cargo en el mes de agosto del núcleo central del Estado Mayor de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (Isaf), establecido en la capital afgana.
De aceptar España esta responsabilidad sería necesario enviar al menos entre 130 y 150 militares a la capital afgana que formarían el equipo de trabajo del nuevo comandante en jefe de los 33.000 soldados que la OTAN tiene desplegados en el país, el estadounidense Dan McNeill.
El grueso de dicho envío lo aportaría el Cuartel General de Alta Disponibilidad de la OTAN en Bétera (Valencia). Los países aliados esperan que España se pronuncie con un sí o un no en la reunión de Sevilla. La decisión era, sin duda, delicada pero, ayer, Zapatero la despejó con su contundente respuesta.
La segunda opción que, según fuentes militares, manejaba el Ejecutivo, era la de reforzar la base española de Herat y el Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT), enclavado en Qala i Naw, con otros 300 soldados. Con este incremento se intentaría anticipar el aumento de la violencia que los observadores vaticinan para primavera, al mismo tiempo que se suministraría más protección a los trabajos de reconstrucción que España lleva a cabo en la provincia de Badghis.
España cuenta en la actualidad con un total de 690 militares asignados a la misión Isaf, de los cuales 430 trabajan en la base de Herat; 190 en el PRT de Qala i Naw; 52 en la base de apoyo de Manas (Kirgizistán) y 18 en el Estado Mayor de la OTAN, establecido en Kabul.