Miércoles, 31 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6254.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Ciencia
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
La sociedad está bien ordenada cuando los ciudadanos obedecen a los magistrados y los magistrados a las leyes (Solón)
 OPINION
AL ABORDAJE
La coartada
DAVID GISTAU

Después de que Germán Yanke saliera de Telemadrid marcado primero como objetivo por el dedo láser de Esperanza Aguirre -«Maneja usted los argumentos del enemigo»-, la cadena necesitaba llenar el hueco de su informativo nocturno no tanto con un periodista como con una coartada. Si se trataba de proyectar una imagen algo más emancipada de la doctrina de la Puerta del Sol, el programa no podía ser encomendado a ningún miembro de la milicia de devotos que propagan la fe con la certeza de que, mientras nada de lo que digan suene a enemigo, Aguirre les llevará consigo tan lejos como ella misma se haya propuesto llegar: casi tan lejos como Buzz Lightyear. No. Desplazada por el qué dirán la franja horaria nocturna más allá de la jurisdicción del comisariado, hacía falta un hombre libre que fuera todo un género en sí mismo, que no estuviera etiquetado por ninguna militancia profesional más allá de las coincidencias argumentales expresadas en conciencia, y que poseyera estilo, audacia y el humus depositado por todo lo vivido y leído en cantidades suficientes como para trascender el teletipo con una visión propia. Para esto, Fernando Sánchez Dragó es el tipo perfecto. Como, antes que él, lo fue Yanke, quien le ha dejado desbrozada la trocha de ese formato del noticiero de autor que aquí sólo había hecho Carrascal a imitación de los anchors americanos.

El estreno de Dragó contuvo todo cuanto cabe esperar de él. Al carisma, a las tablas y al lenguaje se agregó un acierto periodístico con la entrevista a Ortega Lara. A quien supo tocar los resortes testimoniales en una cercanía muy humana que acabó quebrando al propio presentador, como si no todo hubiera de consistir en ideología y relato de los hechos, como si en este informativo ya cuajado cupiera también la emoción. A Dragó hay que reconocerle además la voluntad de complicarse la vida, quién sabe si porque aún se siente en deuda con ese linaje periodístico con cuyo peso carga, aceptando un trabajo que le ubica en primera línea de desgaste y que desde luego le obligará a postergar sus soledades exquisitas, sus viajes y sus escritos: toda una forma de entender la vida y de ir por libre. Como a nada siente tanto apego como a su propia ley, y como aunque disimule conoce tanto el ambiente que le rodea como lo que le sucedió a su predecesor, ya se ha sentido obligado a anunciar entrevistas y opiniones con las que incordiará a la cadena para demostrarnos, y demostrarse, que él ni es manso ni se deja manipular. En ese pulso que determinará cuál es el margen real de libertad que Telemadrid concede a sus coartadas queda sembrado el morbo para las próximas ediciones. Esperamos de él que, en algún momento, a Esperanza Aguirre le suene como el enemigo, y a ver si entonces surgen problemas con el presupuesto.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad