Pizarro compareció ayer en solitario ante la prensa, en el auditorio de la sede del grupo en Madrid y luciendo en la muñeca derecha la pulsera azul que ha simbolizado la resistencia a la Oferta Pública de Adquisición (OPA) hostil de Gas Natural. El presidente de Endesa tiene claro por qué la empresa catalana no ha podido ni sabido ganar la batalla. «Ofrecían poco dinero, que además salía de la venta de activos de Endesa, y mucho papel [acciones propias de nuevo cuño]».

No hubo anuncios estratégicos. La comparecencia de ayer no tenía otro fin que responder a las duras acusaciones contra el consejo de administración de Endesa vertidas un día antes por el grupo catalán. Pero, sobre todo, la intervención de Pizarro cerraba el círculo iniciado el 16 de septiembre de 2005, 11 días después del lanzamiento de la OPA que abrió la caja de Pandora del sector energético español. Aquel viernes, el empresario turolense apareció en el mismo lugar con un ejemplar de la Constitución bajo el brazo. Reclamó su derecho a expresarse libremente y permitió a sus enemigos hacerse una primera idea de cuán duro iba a ser el asalto a Endesa.

A ojos de Pizarro, los últimos ataques de Gas Natural son la prueba de que la empresa catalana no sabe perder. Este jueves, la compañía presidida por Salvador Gabarró amenazó con emprender acciones legales contra la eléctrica, por la actuación de sus gestores en el proceso de OPA. En la nota emitida tras la reunión del consejo de administración, la empresa gasista denunciaba que «Endesa y sus asesores promovieron la entrada de E.ON en el mercado español para que le auxiliara en su afán de evitar que la oferta de Gas Natural llegara a sus accionistas».

Manuel Pizarro calificó la acusación de «excusas de mal pagador». Negó rotundamente cualquier intercambio de información privilegiada con la multinacional alemana («aquí no se ha presentado nadie de Gas Natural a pedir información para mejorar la OPA»), difundió el contenido de sus reuniones con el presidente de E.ON y defendió «el derecho de los accionistas a recibir la mayor cantidad de dinero posible». «Hemos recibido cartas de agradecimiento de cientos de accionistas», aseguró Pizarro. Acto seguido, instó a Gas Natural a encontrar a un solo accionista que esté disconforme con la actuación del consejo de administración.

Antes de la primera OPA, la cotización de Endesa se movía en torno a los 18 euros. Esta semana, han llegado a pagarse 39 por cada título. El grupo catalán achaca la revalorización a la guerra de ofertas. Para Pizarro, en cambio, la subida tiene otra explicación: «Endesa se ha puesto en valor». Y el parqué, a su juicio, ha reconocido el trabajo realizado en los últimos años por el equipo gestor. «El mercado premia a quien lo hace bien y castiga a quien lo hace mal, lo demás son excusas», reiteró, antes de sentenciar: «La vida pone a cada uno en su sitio».

«Platos rotos»

El presidente de Endesa no descartó presentar una demanda contra Gas Natural por las últimas críticas. «Cada uno debe romper los platos que ha roto. Si hay que poner una demanda, se pondrá», confesó. También recordó que toda la información suministrada a E.ON está descontada por el mercado y era de sobre conocida por todos los analistas.

Pizarro no quiso avanzar cuál será la postura del consejo de administración de la eléctrica respecto a la nueva oferta alemana. Aseguró que el órgano ejecutivo será «riguroso» el próximo martes a la hora de examinar la propuesta. Caja Madrid ya ha desvelado que acudirá a la OPA de E.ON. Por el contrario, se desconoce si alguno de los consejeros -incluidos el presidente y el consejero delegado de la sociedad- venderán sus acciones a la multinacional.

Pizarro también tuvo unas palabras para Acciona, principal accionista de Endesa pero sin presencia -de momento- en el consejo. Mostró sus discrepancias por el desembarco de la constructora en pleno proceso de OPA y aseguró que su presidente, José Manuel Entrecanales, tendrá que solicitar un hueco en el consejo a quien esté al frente de la eléctrica dentro de dos meses. Podría ser el propio Pizarro. Ésta es una de las pocas incógnitas que quedan por resolver a estas alturas de la extenuante batalla por el control de Endesa.