La causa estuvo en un colector externo que se rompió. El agua derramada se filtró a los túneles que unen Usera y Plaza Elíptica y cubrió en parte las vías, con lo que se tuvo que detener la circulación, no porque la inundación fuera importante, sino porque así lo exigen los protocolos de seguridad.

Como explicó la consejera de Transportes e Infraestructuras, Elvira Rodríguez, «los trenes tienen que parar porque existen unos protocolos de seguridad que hay que cumplir a rajatabla».

Con las vías mojadas existe la posibilidad de haya un cortocircuito o un problema de tensión eléctrica y la circulación debe detenerse hasta que se acaba la filtración y el suelo de los túneles queda seco.

Por eso, en cuanto se detuvo la filtración de agua, los operarios de Metro extrajeron el líquido del túnel con bombas y potentes motores.

Lo que no estaba claro ni siquiera a última hora de la noche de ayer era el origen de la inundación. En un primer momento, los directivos de Metro barajaron como la causa más probable las obras de la M-30 que el Ayuntamiento está ejecutando en superficie. A última hora de la mañana, se descartó este motivo, aunque al final del día todavía no estaba claro el origen del colector, que podría haberse partido por el efecto de una máquina que estuviera trabajando en la zona.

Ayer, el secretario general de la Federación de Metro de la Unión General de Trabajadores (UGT), Teodoro Piñuela Pérez, afirmó que llamarán a los trabajadores del suburbano a movilizaciones de protesta en el caso de que la Comunidad de Madrid no contrate más personal para mantener las instalaciones y, de esta forma, frenar las «continuas averías que genera la falta de saneamiento del Metro».

El sindicato planteará en la reunión del Comité de Empresa de Metro que se celebrará el día 5 que el Consorcio regional de Transportes refuerce la plantilla del suburbano para mantenimiento de las de los trenes más antiguas y de las instalaciones fijas de las estaciones de la red antigua (líneas 6, 5 y 2, básicamente), «que son los más deteriorados y los que sufren, por tanto, más cortes y averías».

«Si no conseguimos más trabajadores, al final no tenemos otro arma que ir a las movilizaciones y paros, pero será como último recurso, ya que conocemos el perjuicio que puede causar a los usuarios», añadió Piñuela. Asimismo señaló, que el sindicato dará un margen de 20 días a la empresa «para que reaccione», una vez presentadas sus propuestas en el Comité del próximo lunes.