El próximo 2 de agosto -con permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide- partirá de Cabo Cañaveral, propulsada por un cohete Delta II, la misión Fénix, con destino al Polo Norte de Marte. Se espera que la nave llegue a su objetivo, tras un viaje de 10 meses, a finales de mayo de 2008.
El proyecto Fénix, cuya dirección ha sido delegada por la Nasa en la Universidad de Arizona (Tucson), buscará físicamente agua en el casquete que, según revelan fotografías y tomografías de los últimos años, contiene una masa helada que los científicos esperan y desean que esté compuesta por moléculas con dos átomos de hidrógeno y una de oxígeno. Agua.
La nave se posará sobre sus patas, tras una maniobra de entrada no exenta de riesgo, en la que usará un escudo térmico para frenarse por rozamiento contra la atmósfera marciana y un paracaídas. Luego desplegará un montón de sensores, cámaras, sistemas de transmisión y su arma principal: un brazo robótico articulado de 2,35 metros, diseñado en el Jet Propulsion Lab de Pasadena, capaz de profundizar en el terreno (¿deberíamos tal vez decir marteno?) hasta medio metro. Los investigadores confían en que sea suficiente para hallar el agua helada que guarda el planeta rojo...
Una fascinante misión, sin duda (más detalles en http://phoenix.lpl.arizona.edu). Pero lo mejor es que todavía hay plazas libres para viajeros. ¿Quiere usted ir a Marte? Pues dese prisa, le quedan nada más que dos días para inscribir su nombre por Internet en http://planetary.org/special/fromearth/phoenix (obviamente, Phoenix es Fénix). No le pedirán gran cosa: su nombre y una dirección de correo electrónico, aparte de preguntarle su país de origen, sin obligación de responder.
Un DVD especial reunirá los nombres de millares de ciudadanos del planeta Tierra, e incluirá una biblioteca virtual con mensajes y obras de visionarios que soñaron con Marte, como Carl Sagan, Arthur C. Clarke, H. G. Wells, Orson Welles y el astrónomo amateur Percival Lowell, que defendió a capa y espada la teoría de que el planeta está surcado de canales e invirtió una buena parte de sus caudales en crear el prestigioso observatorio que lleva su nombre, en Flagstaff (Arizona). El disco ha sido diseñado por la Sociedad Planetaria, la cual, aunque no reclama nada a cambio, estará encantada de recibir cualquier contribución voluntaria para seguir con sus proyectos.
En tiempos de gran éxito de mundos virtuales como Second Life y aplaudidos gestos simbólicos como apagar la luz unos momentos, nadie puede desdeñar el valor también simbólico de enviar el propio nombre en un disco de silicio fabricado para que sea capaz de perdurar durante cientos de años en el extremo clima marciano como una urna del tiempo, testigo de lo que un día fue la civilización humana, a una distancia que en algunos momentos de la órbita llega a ser de casi 400 millones de kilómetros de la Tierra. Yo, desde luego, he apuntado a toda la familia para el viaje. Menudas vacaciones nos vamos a dar.