«Quiso que lo llevase a los lugares de las novelas de Mahfouz, a aquel viejo Cairo que sólo conocía por sus libros. Y estaba feliz. Paseamos tranquilamente, sin escolta y en el más completo anonimato. Y, naturalmente, hablamos mucho, porque Pamuk es mi amigo, además de un gran escritor. Hablamos sobre todo de una nueva novela, que todavía no ha publicado. Una gran historia de amor».

Pregunta.- ¿Le dijo algo sobre las amenazas que penden sobre su vida en Turquía, sobre todo después del asesinato de Dink?

Respuesta.- Prefería no hablar de eso y, en las conversaciones y en los encuentros que mantuvimos con motivo de la Feria, siempre quería hablar de otras cosas. Sin embargo, en un momento determinado, le pregunté cómo era hoy su vida. Y me contestó que no le gustaba. «Ciertamente no es vida tener que estar con escolta por miedo a los fundamentalistas», me dijo. E inmediatamente cambió de tema.

P.- ¿No le hizo indicación alguna sobre su decisión de querer abandonar su país?

R.- En absoluto. Pero repito que de lo que más hablamos fue de su trabajo, de las 10 horas diarias que pasa escribiendo, con entusiasmo, de la Turquía de la gente normal, que festejó abiertamente su premio Nobel y se mostró muy cariñosa con él. Además, estaba feliz de poder explorar el Cairo de Mahfouz. Hizo más de 130 fotos, porque quería documentarlo todo. Le gustó muchísimo la mezquita del Sultán Hassan. Y también los barrios más populares de sus alrededores.

P.- Pamuk o Rushdie, sólo por citar los casos más famosos. Los escritores están a menudo en el punto de mira de los fundamentalistas. Incluso usted estuvo en la cárcel.

R.- Son casos diferentes. Rushdie fue objeto de una fatwa oficial del ayatolá Jomeini y creo que hoy, con el aumento del fundamentalismo, sigue estando en peligro. Pamuk fue primero acusado por el Gobierno turco de haber ofendido la dignidad nacional y, ahora, es el propio Gobierno el que lo protege de las amenazas de los extremistas. Yo, al igual que otros escritores egipcios, estuve en la cárcel, hace años, porque era un militante político, no por mis escritos. Pero, en cualquier caso, es terrible que los escritores sean objeto de críticas malsanas y de amenazas de muerte. Grandes escritores como Pamuk hay pocos en el mundo. Y que tenga que vivir así es una tragedia.