Lunes, 5 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6259.
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El cabildo de la Catedral de Mallorca incorporará una cruz en la capilla diseñada por Miquel Barceló
MARCOS TORIO

PALMA DE MALLORCA.- Panes, peces, sandías, granadas, pero la Iglesia mira aquí y allá buscando una representación de Cristo crucificado en la intervención de Barceló en la capilla del Santísimo de la Catedral de Mallorca. Y como no hay ni rastro del aspa católico, se va a rematar la obra del artista con lo que echan en falta: a Jesús crucificado. «Vamos a añadir una cruz porque no hay que olvidar que la capilla cumplirá la misión de celebrar la eucaristía y en las misas debe estar presente ese símbolo», señaló ayer a EL MUNDO el presidente del Cabildo Catedralicio, Joan Darder.

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Se colocará «cerca del altar» como parte del mobiliario litúrgico en piedra creado por el artista.

El clero y el propio Barceló sabían del uso que tendría la capilla, por lo que estaba previsto que la propia obra incorporara el elemento. El proyecto original lo contemplaba, aunque el pintor y escultor prescindió del crucifijo al presentar la maqueta en agosto de 2002, en favor de una imagen de Cristo resucitado.

En el verano de 2003, tres miembros de la Catedral acudieron al taller de Vietri sul Mare, en Nápoles, para supervisar el estado de la obra y trasladaron la necesidad de incluir la cruz en el diseño de la capilla. Se habló incluso, según Darder, de crear una figura -independiente del mural- del crucificado, pero la idea no salió adelante.

La cerámica estaba avanzada y Barceló propuso encontrar el crucifijo en los accidentes de la cerámica: pintaría de azul dos grietas que confluían cerca del Cristo simulando lo que necesitaba la Iglesia. «El programa iconográfico original contaba con una cruz y, finalmente, se ha puesto», declaraba entonces el fallecido portavoz de la Fundación Art a la Seu, Pere Llabrés. Se equivocaba, porque no existe.

«El artista es un creador que va cambiando. Cuando le apretamos un poco quería hacernos pasar una doble grieta por cruz, pero no debió convencerle la idea y no se ha mostrado muy por la labor de arreglarlo. La pondremos nosotros», explicó ayer Darder. «Si nos sentamos a hablar no tiene que recurrir a su genio para discutir. No acepta cuestionamientos y cree decir siempre la última palabra», añadió.

En contra de lo declarado por el artista, el canónigo Joan Bestard reconoció ayer que Barceló ha añadido una mancha blanca al Cristo -tal y como él mismo le solicitó en su visita a Vietri- para «suavizar los rasgos» y acercarse a la idea del resucitado que demandaba el clero.

Bestard ha acogido la obra -incluidos los vitrales- «con emoción y entusiasmo», aunque sabe que se ha quedado «en minoría».

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