El Madrid es un equipo anoréxico, depresivo, con un brote de ansiedad difícil de gestionar, inculcado desde el sillón presidencial desde principios de temporada. La propuesta, sencillamente, no funciona. Jugadores como Raúl, Robinho, Reyes, Higuaín... Ni están ni se les espera. A 15 minutos para el final, tras una hora retrasado en el marcador y sin más argumento que reclamar un penalti sobre Van Nistelrooy, el público estalló. Dirigió su ira, sus pañuelos, contra el banquillo, pero también contra el palco, contra toda la filosofía instalada en un club con muy mala pinta. Cuarto en la clasificación, superado por el Valencia, ve cómo las opciones de pelear por el título se esfuman, y eso que el resto tampoco está para lucir mucho. El Barça, sabedor de todo, con el regreso de Samuel Eto'o como gran noticia, empató en el Reyno de Navarra y con ese punto sigue solo al frente de la clasificación.

Entre otras cosas porque el Sevilla igualó en el Sánchez Pizjuán con la Real, dejando para la nostalgia el fútbol enseñado en 2006. Mientras el Racing cortaba la racha del Getafe, Luis Fernández tomaba San Mamés. / Págs. 2 a 9