Lunes, 5 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6259.
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 DEPORTES
CADA LUNES
Real mediocridad
ORFEO SUAREZ

La mediocridad se ha instalado en el Bernabéu, acostumbrado con estoicismo a no ganar desde mucho tiempo atrás, pero sobresaltado por una sensación indigna de semejante coliseo: la vergüenza. El mismo público que se levantó a aplaudir a Ronaldinho sin señalar a nadie más, sacó ayer el pañuelo, el kleenex o la bufanda, lo primero que tuviera a mano, para reprochar a Ramón Calderón lo que ha hecho con este equipo. O, mejor dicho, lo que ha dejado hacer a un entrenador que cumple con el dicho: segundas partes nunca fueron buenas. Nadie sabe si Fabio Capello es el mismo de hace 10 años, pero está claro que no lo son ni el fútbol en el que trabaja, ni los jugadores escogidos. El Madrid ha pasado de ser un equipo de galácticos mimados y adocenados a ser otro de veteranos en el ocaso, con Raúl rebelándose, y mediocres promesas. Esa ha sido la apuesta del italiano, que ayer tenía en el banquillo a Robinho, Nieto, Miñambres, Mejía, Diego López y Emerson salido de una lesión. El Madrid merece algo mejor, dicho sea desde el cariño. El presidente y Mijatovic han dado toda la potestad al técnico y todos deberían ofrecer explicaciones, aunque la lógica del fútbol señala por sí sola la primera cabeza a rodar.

A pesar de que la temporada acaba de pasar su ecuador, las derrotas en casa ante Celta, Recreativo y Levante son algo más que accidentes. Son síntomas de una crisis de juego. No de un fútbol determinado, sino de cualquier tipo de juego, de un plan con el que salir al campo, y eso es algo que acusan mucho los jugadores y que nunca antes le había pasado a Capello. Sin juego y sin futbolistas, poco puede esperarse de un Madrid que cae a la cuarta plaza y puede empezar a sentir los peores vértigos, justo en el momento en que su presidente aparecía crecido ante los peñistas por su triunfal salida de los juzgados.

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