AMADEU GARCIA
A rey muerto, rey puesto. Sin Ronaldinho, baja por las molestias físicas derivadas de la especial dureza con que se emplearon en su contra los defensas del Zaragoza, el gran tótem al que podían encomendarse los aficionados del Barça en el Reyno de Navarra era Samuel Eto'o. Si había obrado el milagro de volver un mes antes de lo previsto, tal vez también podía resucitar su mejor juego, debían pensar sus incondicionales. Ayer, todo se quedó sólo en esperanza. Corría el minuto 64. El Barça se atascaba irremisiblemente en ataque y Eto'o saltó del banquillo para calentar. Frank Rijkaard adelantó que podía tener minutos, 129 días después de su grave lesión, y ése parecía el primer paso.
Desde el banquillo, el camerunés vivía el partido con toda la intensidad del mundo, recriminando a los suyos cualquier leve despiste defensivo y gritando a cada jugada. A buen seguro, deseando saltar al terreno de juego para correr libre entre los defensas rivales, como el león indomable con el que tanto le gusta identificarse. El rey de la selva. Ayer, sin Ronaldinho, tal vez el camerunés también podía sentirse rey indiscutible del Barça. No se olvidaba del partido ni en el calentamiento. Se moría de ganas de entrar. Y hasta se acercó a Rijkaard, tal vez para comunicarle que estaba más que dispuesto para abrir la lata.
«Vine para participar más que nada», dijo después el camerunés en un programa radiofónico. Reconoció que estos cuatro meses se le han hecho «muy largos», y quiso rebajar la euforia por el regreso en virtud de lo que le han dicho los médicos. «Hasta dentro de un año no estaré del todo bien. Me refiero al tono físico. Los doctores me dicen que ese es el tiempo que tardaré en recuperar el tono muscular que tenía en la pierna antes de lesionarme», reconoció el delantero. El otro lesionado ilustre del Barça, Leo Messi, probablemente entrará en una convocatoria el próximo sábado, con lo que reaparecerá frente al Racing de Santander al día siguiente.
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