El líder no se escapa / EL MUNDO

No hay manera. El Barcelona se está convirtiendo en un brillante estudiante de enfermería. Practica los primeros auxilios a sus perseguidores con una limpieza exquisita y les mantiene con vida jornada tras jornada. Sevilla y Real Madrid ya han recibido la extremaunción demasiadas veces, y el Barcelona sigue haciendo el papel de buen samaritano.

El equipo de Rijkaard, más que llevarse un punto, se dejó ayer dos en Pamplona en un partido donde el músculo venció al ingenio. Con claro dominio del balón, pero incapaz de generar ocasiones de gol, el Barça acabó dándose por satisfecho con el resultado. Ni siquiera el esperado retorno de Eto'o en el ocaso del partido tras cuatro meses de añorada ausencia sirvió para alterar el destino.

Nadie esperaba otra cosa. Los encuentros paridos en terreno pamplonica ofrecen una concepción del fútbol radicalmente enfrentada a apuestas más glamourosas como la del Barcelona. Para alzar los brazos en el Reyno de Navarra no queda otra que luchar al límite, disputar los balones con los codos bien abiertos, y saber trotar cual tractor sobre un campo plagado de socavones. Los azulgrana no están demasiado acostumbrados a este tipo de envites, aunque mostraron todo su empeño para no salir trasquilados de la batalla. Si los hermanos Flaño repartían desde la zaga, Márquez le clavaba los tacos al incisivo Juanfran. Sin tregua.

Rijkaard demostró saberse la lección de carrerilla, y confeccionó una alineación que pudiera contrarrestar el juego físico y vertical del Osasuna. Márquez ocupó el puesto de mediocentro defensivo, como en los buenos tiempos, y retrasó a Edmilson al centro de la zaga. La teoría indicaba que el brasileño, más alto que el mexicano, podría contener mejor el juego aéreo de Milosevic. La realidad fue bien distinta. Edmilson es un futbolista muy técnico, pero con un grave problema tanto de colocación como de velocidad. Un clamoroso error del brasileño en el marcaje a Milosevic, tras una falta lateral, a punto estuvo de convertirse en el primer gol de los locales. El remate del serbio acabó estrellándose en Valdés.

Milosevic, a sus 33 años, y pese a su apariencia de futbolista pasado de rosca, sigue siendo la clave de bóveda del Osasuna. El serbio se encarga de bajar todo cuerpo esférico que surca los cielos, ya sea un balón o un melón, permite que sus compañeros lancen el contraataque y aún le quedan fuerzas para subir al remate.

La intención de Rijkaard era emular el efecto Milosevic con el concurso de Gudjohnsen, futbolista a quien sólo se le reconoce su notable juego de espaldas a puerta, aunque un mareo durante el desayuno acabó apartando al islandés del choque. El holandés optó entonces por colocar a un ex alumno de El Tajonar, Santi Ezquerro, que se mostró efectivo como falso ariete abriendo juego para la segunda línea, aunque demasiado inconsistente en las inmediaciones del área. Con Ronaldinho en su casa de Castelldefels, magullado, cansado y triste por su sospechoso rendimiento, contentarse con el concurso de Ezquerro sería de lo más desvergonzado.

El Barça se acercó bien poquito a la portería de Ricardo. Apenas tres veces, y con un Saviola poco lúcido como único protagonista. En la primera, el delantero argentino disparo mansamente a las manos del meta osasunista. El Pibito tampoco pudo aprovechar una gran asistencia de tacón de Zambrotta desde el extremo. Su centro chut lamió el palo izquierdo de la portería. Y ya en la segunda parte y tras un saque de esquina, tampoco acertó Saviola a la hora de colocar la bota después de que Márquez peinara con la testa el cuero ante un nido de defensas.

Eto'o no pudo cambiar el rumbo del partido en los apenas ocho minutos que correteó por el campo. Los rojillos estaban demasiado bien plantados en su campo, y el Barça ya se había cansado de darle vueltas a un crucigrama navarro imposible de completar. Los azulgrana no ganan un partido fuera desde hace dos meses y medio. Sintomático.

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