Lunes, 5 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6259.
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FUTBOL / Primera División
El Sevilla se apaga
DA NUEVOS SINTOMAS DE FLAQUEZA Y CEDE EL EMPATE A UNA REAL SOCIEDAD DEFENSIVA EL HIPERACTIVO KERZHAKOV, EL INDOLENTE LUIS FABIANO Y EL 'REBELDE' CHEVANTON, SIN PEGADA

SEVILLA 0

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REAL SOCIEDAD 0

Palop

David

Javi Navarro

Escudé

Daniel Alves

Martí

Renato

Adriano

Jesús Navas

Luis Fabiano

Kerzhakov

Cambios: Duda por Navas (min. 57)

Alfaro por Adriano (min. 68)

Chevantón por Kerzhakov (m. 79) s.c.

Bravo

Gerardo

Juanito

M. González

Garrido

Elustondo

Diego Rivas

Uranga

Xavi Prieto

Savio

Herrera

Cambios: Garitano por Rivas (min. 46)

Kovacevic por Herrera (min. 55)

Aranburu por Savio (min. 74)

Arbitro: Clos Gómez

Tarjetas amarillas: Duda (2), Escudé, Diego Rivas, Garrido, Garitano, Gerardo, Uranga y Xavi Prieto.

Tarjeta roja: Duda (min. 90).

SANCHEZ PIZJUAN. 37.000 ESPECTADORES.

SEVILLA.- En la última jugada del partido, Daniel Alves se preparaba para lanzar una falta en la esquina del área. «Verás si vamos a tener la suerte de los campeones», decían a su espalda en la grada. Quía. Ni el Sevilla tiene la fortuna de los mejores ni, y esto sí que es más preocupante, el juego. En algún recodo de su camino, mientras avanzaba imperial como campeón de la UEFA, de la Supercopa y mejor equipo del mundo, perdió la magia, al punto de que hoy aparece como un contendiente mediocre y vulnerable.

Algunos quisieron ver en el suicidio del Levante la reacción definitiva del Sevilla, pero sólo se trataba de un espejismo. El equipo sigue tieso en 2007, ha dejado de impresionar y el Sánchez Pizjuán ha pasado de ser un infierno a un parque de atracciones para los rivales. Para cualquier tipo de rival.

Aquí ganó el Mallorca sin despeinarse, asustó el Rayo, controló el Betis B y, ayer, obtuvo la Real Sociedad un puntito con más valor anímico que matemático. Lo logró sin pasar grandes apuros, sin necesidad de ningún alarde. De hecho, la raquítica producción ofensiva de los de Lotina no reduce en demasía las dudas sobre su futuro. Para escapar del descenso, necesitarán mucho más de lo que hace falta para salir sonriente del Pizjuán.

Por lo demás, su patrón respondió al común que usaron sus antecesores para abordar Nervión: recogerse, cerrar las bandas, presionar a tope y desplegarse lo justo. Lo increíble es que el Sevilla no haya descubierto aún las soluciones para abortar planes tan rácanos.

Al contrario, cada vez parece más bloqueado, obtuso e impotente. Ha perdido automatismos, el grupo tiene menos masa, le fallan las fuerzas. Cualquiera que haya descubierto al Sevilla en 2007 pensará que la máquina que devoraba rivales y bordaba el fútbol era un cuento chino. Son momentos de flaqueza colectiva en los que ni funcionan las individualidades.

De entre las estrellonas del Sevilla, solamente Daniel Alves permanece en primera línea. Jesús Navas está desquiciado y perdido tras su lesión; Adriano agotado. Se perdió, pues, el factor diferencial. Y, a falta de juego, el equipo añora más que nunca el gol. Con Kanouté descansando ayer, Kerzhakov, Fabiano y Chevantón fracasaron, uno tras otro, en su misión de rescate.

El que más cerca estuvo fue el ruso, que se multiplicó en la primera parte. A los 10 minutos forzó un penalti de Juanito que el árbitro no señaló. Un poco después mandó al larguero un cabezazo y se marchó al descanso tras no remachar por un pelo un gran pase de Navas. A Kerzhakov le faltó el gol, que es para lo que le pagan, pero su hiperactividad gustó al Sánchez Pizjuán, que pitó mucho a Juande cuando lo relevó y dejó a Luis Fabiano.

Al brasileño también se le mide por el gol aunque, a diferencia de Kerzhakov, no hace nada. Su falta de esfuerzos, su grandiosa apatía, soliviantó a una afición que sigue pensando qué decisión tomar con este futbolista ciclotímico, emocionante algunas veces y desquiciante la mayoría. Falló torpemente la única ocasión que tuvo, solito ante Bravo. Luis Fabiano vuelve a estar cerca de las galeras y del exilio.

Lo mismo que Chevantón, aunque éste por circunstancias distintas. Al uruguayo no se le ha ocurrido otra cosa que retar al técnico, que es el oráculo del sevillismo. El temperamental delantero apenas gozó de 15 minutos, suficientes para no rascar bola y escuchar la decisión del Pizjuán sobre ese suicida pulso que le ha dado por entablar.

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