J. ALCAIDE
Ni siquiera un par de dobletes consecutivos (Liga y Copa de Alemania al cuadrado) llevaron la calma a un Bayern Múnich que se ha convertido en lo más parecido al Real Madrid. Un club demasiado grande, con urgencias excesivas y agobiado cada vez que se encadenan tres resultados negativos. No hay perspectiva ni en el Bernabéu ni en el espectacular nuevo estadio del Bayern. De lo contrario, nada habría ocurrido con el técnico destituido la pasada semana y artífice de esos cuatro últimos títulos, Felix Magath.
En otros países, como en Inglaterra, la tensión se lleva mejor. Alex Ferguson vivió su décimonoveno año como entrenador bajo el sonrojo de una eliminación europea en la liguilla ante el Villarreal y sin opciones en la Liga y en la Copa. Ganó la Carling, es decir, nada. Ahora, en su vigésimo año tiene al mejor equipo de la Premier. No hay nada como la paciencia y la visión a largo plazo.
El caso es que la llegada al banquillo de Ottmar Hittzfeld, el hombre que ganó cuatro Ligas y una Champions en su anterior etapa al frente del acorazado bávaro, sólo sirvió para presenciar una derrota por 3-0 en el campo del Nuremberg. El rival del Real Madrid en la Liga de Campeones está bajo mínimos, lejos de los líderes, con problemas para alcanzar la tercera plaza, que daría acceso a la próximo Champions, y rodeado por una nube de pesimismo institucional que se extiende a todos los estamentos del club.
Ataque.
Hittzfeld ha sido muy duro: «No puede ser que cada uno vaya por libre, que el equipo no se asocie, que nadie piense en lo que puede hacer por el compañero sino en salvarse a sí mismo. No puede ser que que el movimiento sea nulo, que todos estemos estáticos, esperando a ver qué pasa. No puede ser que un central como Lucio se vaya alegremente al ataque sin tener en cuenta movimientos tácticos básicos. Hay mucho que cambiar y estamos en ello. Estamos a tiempo para preparar la eliminatoria con el Real Madrid y ganar, pese a todo», comentó un técnico que en su anterior etapa destacó por su dureza y por su conservadurismo. Parece dispuesto a repetir. Ahora hace falta que los jugadores repitan la experiencia triunfal vivida hace un lustro.
Pero por el momento, el panorama no puede ser más tétrico. Franz Beckenbauer, el presidente, admitió que desde la marcha de Ballack no había un jugador capaz de marcar diferencias. No ha habido fichajes en el mercado de invierno y el único tipo diferente, Scholl, ya tiene 35 años. La solución sería rejuvenecerlo, pero no parece posible.
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