VICENTE SALANER
Fue a finales de 2004 cuando personas cercanas a Felipe Reyes se ponían en contacto con periodistas para pedirles que echasen una mano al jugador recién fichado por el Real Madrid. Y todo porque Felipe había descubierto con pasmo y horror lo que iba a ser jugar para Boza Maljkovic: «No quiere a los pívots más que para bloquear y rebotear. No hay en los sistemas ni una sola jugada para ellos. Felipe creía que iba al Madrid para otra cosa. Está desesperado».
La respuesta no podía ser muy consoladora: que apretase los dientes, fuese a por los rebotes ofensivos como hacen los grandes pívots cuando no hay otra manera de tener el balón, y acabaría por convencer al cuadriculado Maljkovic.
Reyes lo hizo. Lo hizo a base de una fuerza de voluntad enorme para ampliar su abanico técnico, que en sus tiempos de Estudiantes se limitaba a un par de movimientos de potencia bajo el aro, y a sus rebotes. Pese a que el juego del Madrid siguió, esa temporada y la siguiente, volcado a favor de los tiros lejanos y de los hombres pequeños, Reyes fue adquiriendo protagonismo a golpe de voluntad, de esfuerzo y de mayor diversidad en su juego.
Pero todo eso se queda en recuerdo, esperemos que cada vez más remoto, frente a la etapa inaugurada bajo las órdenes de Joan Plaza, que la temporada pasada tascaba el freno a las órdenes de Maljkovic pero que evidentemente no iba a repetir el error de menospreciar o limitar a sus pívots, y desde luego a Reyes.
De la exhibición madridista de ayer se pueden recordar muchos instantes, pero a este cronista se le queda grabada la panoplia de Felipe: gancho en suspensión con la diestra, reverso y ganchito de izquierda, suspensión desde la línea de fondo, suspensión desde la personal, suspensión de cinco metros... Espectacular exhibición de quien hace tres años era un jugador potente y lleno de voluntad, pero marginal en ataque.
Es muy infrecuente ver a jugadores de más de 25 años que siguen mejorando técnicamente y cambiando su juego. Parte del mérito la tendrá Maljkovic, ya que le ha entrenado dos años, y otra Plaza. Pero, en lo esencial, la tiene Reyes, que ha trabajado con profesionalidad y ahínco notables. Hasta el punto de que el Madrid puede empezar a inquietarse por el porvenir, porque con esas armas y las que ya poseía Reyes se convierte en un cuatro apetecible para la NBA...
Y no se pierdan los próximos capítulos de esta historia de jugadores que, con Plaza, amplían su repertorio: miren por ejemplo, a lo largo del último mes, cómo ha aumentado el número de canastas bajo el aro de un Axel Hervelle que iba camino de ser un jugador estereotipado -triples y rebotes- bajo el anterior régimen. Porque, no nos engañemos: un juego de movilidad y múltiples opciones como el de Plaza favorece ese crecimiento de los jugadores.
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