F. G.
MADRID.-
El Senado se define retóricamente como Cámara de representación territorial, pero los dos principales partidos ni siquiera se han molestado por guardar las apariencias en la tramitación de los nuevos estatutos de autonomía.
Por el momento, en los que ya se han aprobado y en los que se tramitan aún, en el Senado no se ha modificado ni una sola coma de los textos. La Cámara Alta se ha limitado en todos los casos a cumplir los trámites de ponencia, comisión y Pleno, con debates y votaciones, pero se han rechazado todas las enmiendas. Todos los cambios y negociaciones se han producido en el seno de la Comisión Constitucional del Congreso, con dos protagonistas fundamentales: Ramón Jáuregui y Soraya Sáenz de Santamaría.
No hay ninguna previsión de que ese papel irrelevante del Senado en la tramitación de los estatutos vaya a cambiar con los que quedan por aprobarse.
Otra consecuencia de los nuevos estatutos es que es posible que las elecciones del 27 de mayo sean las últimas en las que todas las comunidades, salvo las históricas, celebren a la vez sus comicios. En todos los estatutos que se aprueban se incluye la facultad discrecional de sus presidentes para disolver los parlamentos autonómicos.
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