Al lugar lo llaman la gasolinera del Estrecho, así que eso ya da una idea de cómo están las cosas. Por la bahía de Algeciras (Cádiz), una de las zonas con mayor riesgo de contaminación por vertidos, circulan cada día con total impunidad 60 buques cargados con mercancías peligrosas. Hay vertidos de fuel casi a diario. El accidente del Sierra Nava ha sido sólo un aviso.
La fecunda puerta que enlaza al Atlántico con el Mediterráneo, lugar de migración de ballenas y delfines y hogar del cotizado atún rojo, se ha resignado ya a la llegada del gran chapapote. La colonia de cormoranes aguarda su fin mientras las tortugas marinas se encogen de hombros. Algún día morirán.
Este crisol de sostenibilidad tiene todas las papeletas para aparecer cubierta por la espesa y maloliente capa negra que tanto daño hizo en el norte de España. Todos los días, en la bahía, descansa una decena de superpetroleros más viejos -y con más combustible- que el Prestige. Existe una situación de riesgo permanente en el que es uno de los puertos con más tráfico del mundo y el que más barcos avitualla.
En la última década, las compañías de ferries han duplicado el número de barcos, según cálculos de WWF/Adena. También han aumentado los buques identificados por Salvamento Marítimo (dependiente del Ministerio de Fomento) en el dispositivo de separación de tráfico de Tarifa. De los 83.856 que se registraron en 1999, se ha pasado a 96.188 contabilizados en 2006.
De éstos, el 22,19% (21.343) transportó mercancías peligrosas. Entre 4.000 y 5.000 eran petroleros.
«Un tercio de la bahía se encuentra ocupada por gasolineras flotantes que no pasan las medidas ambientales ni de seguridad de la UE», asegura Antonio Muñoz, portavoz de Ecologistas en Acción del Campo de Gibraltar-Verdemar.
Las asociaciones conservacionistas coinciden en que 20 millones de toneladas de productos petrolíferos se mueven cada año por el lugar. Las cifras se desglosan de esta manera: 14 millones de toneladas corresponden al crudo que se lleva a destilar a la refinería que la compañía Cepsa tiene en San Roque. El resto es combustible destinado a alimentar a los barcos: cinco millones de toneladas de fuel marino se trasvasan en Gibraltar y otro millón de toneladas se hace en Algeciras.
Es decir, dos de cada tres naves termina haciendo bunkering (trasvase de hidrocarburos de un barco a otro en el mar) en el enclave británico, paraíso de buques monocascos que, desde el desastre del Prestige, tienen prohibida su entrada en los puertos de toda Europa.
«En Gibraltar se hace la vista gorda», señala Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace. Es tanta la impunidad que se ha dado el caso de que un buque monocasco haya sido el encargado de ir distribuyendo petróleo al resto de los barcos. «Y lo peor es que España se lava las manos», añade.
Son las actividades rutinarias las que más daño hacen al mar. Según datos de Greenpeace, sólo el 12% de los vertidos de hidrocarburos procede de grandes mareas negras. El 88% restante engloba a los vertidos causados por las refinerías y por los trasvases, así como por las limpiezas de tanques. Las operaciones para deshacerse del lastre tiran cada año al mar dos millones de toneladas de sustancias contaminantes.
Los vertidos se producen casi a diario, pero anualmente hay entre 20 y 50 de mayor intensidad. «En dos décadas, el Estrecho ha superado en aguas contaminadas por hidrocarburos las 70.000 toneladas vertidas por el Prestige», apunta Antonio Muñoz.
En este punto de conexión clave con los países de mayor producción petrolera se juega a la ruleta rusa. La refinería de Cepsa acumula denuncias continuadas de los ecologistas, que produce vertidos desde que comenzó a funcionar.
Por si fuera poco, está previsto que a finales de 2007 esté operativo el nuevo puerto de Tánger, y ya se habla de otro proyecto que va a aumentar aún más la ya de por sí concurrida bahía: la Terminal Marítima de Almacenamiento y Distribución de Hidrocarburos. La promueve la Autoridad Portuaria de Algeciras y estará localizada en Isla Verde, enfrente de la refinería. Una bomba que en cualquier momento puede estallar.