Fue inaugurado en 1959 como el primer aparcamiento público de España y se quedará con eso para la Historia como un recuerdo. Porque el parking de Santo Domingo no volverá a ser público. Después de derribar sus tres plantas y cuando apenas quedan dos meses para concluir las obras de remodelación de esta plaza, el Ayuntamiento ha cambiado de planes y ha decidido reservar sus 366 plazas para residentes. Sí, sólo podrán aparcar quienes vivan en su entorno.
Resta la medida espacio al vehículo privado que venga de fuera en un proyecto que nació con espíritu peatonalizador, con el objetivo de devolver la plaza a los vecinos para que, como en el siglo XVIII, vuelvan a convertirla en un lugar de encuentro en pleno centro de Madrid. Y en esa dirección, los responsables de la cosa pública han pensado que, de paso, pueden hacer desistir a más de un conductor de llegar hasta la almendra central de la ciudad en coche.
Los paseantes ganan con el proyecto más de 3.500 metros cuadrados, pero la novedad también reducirá ingresos nada desdeñables a las arcas municipales: 18 millones de euros dejará de percibir el Ayuntamiento por la explotación de este espacio. La cifra es resultado del cálculo de los técnicos al eliminar la concesión de 50 años prevista para la gestión de plazas de rotación.
La idea encarece pues la ejecución de este proyecto, licitado por 6.794.259 euros. Más aún si se recuerda que para que dos robots teledirigidos pudieran comenzar la demolición, el Ayuntamiento tuvo que emprender antes un proceso de expropiación. El desalojo de los inquilinos de Santo Domingo, cuya concesión expiraba en 2018, costó 11 millones de euros.
Con todo, el Gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón da por bien empleado ese dinero y el que restará a sus ingresos la limitación del aparcamiento a residentes si con ello consiguen ampliar la superficie para el paseo y el disfrute de los madrileños, además de convencer a los conductores de dejar el coche en otro lugar ante esta dificultad añadida para estacionar en el centro.
¿Dónde? Pues cuentan los responsables de Urbanismo con una respuesta favorable en este sentido ante la futura construcción de 16 aparcamientos disuasorios, ocho en la capital y ocho fuera que están negociando con el Consorcio de Transportes. La esperanza municipal dibuja nuevos hábitos que pasarían por dejar ahí los vehículos para desplazarse después en transporte público.
De momento, el cambio de planes respecto al de Santo Domingo permitirá reducir el número de salidas y entradas. El flujo de vehículos será menor y ya está previsto eliminar, por ejemplo, la que daba acceso a la Cuesta de Santo Domingo. Eso facilitará a su vez suavizar el desnivel de siete grados en una parte de la plaza escalonada, que, según el calendario municipal, lucirá terminada para el ciudadano antes de las elecciones de mayo.
No recuperará el esplendor señorial de tiempos de los Austrias, pero tampoco se quedará como el lugar de paso que fue para quienes la cruzaban en tranvía. El diseño del estudio de arquitectos de José Carlos Mariñas, que ganó el concurso para la ejecución de esta plaza, anuncia que sobre el aparcamiento subterráneo habrá una zona con bancos, otra de juegos infantiles, ajardinamiento adecuado al clima de la capital y una cafetería-mirador, que salva el desnivel y ofrecerá bonitas vistas de la zona palaciega de la ciudad.
Todo ello estará terminado antes de que los residentes puedan empezar a disfrutar de sus plazas. El Ayuntamiento concluirá las obras también antes de mayo, pero será el concesionario del parking el que tenga que realizar los remates de la instalación eléctrica, sistemas de seguridad y todo lo necesario para ponerlo en funcionamiento.
Y bastante más habrá que esperar para ver todo el proyecto de Santo Domingo terminado. La propuesta de Ruiz-Gallardón incluía la peatonalización de la plaza de Callao y el traslado de las paradas de autobús a Jacometrezo, pero, según fuentes municipales, el concurso de ideas no se convocará hasta la próxima legislatura. Si el alcalde gana las elecciones, claro.