Lunes, 5 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6259.
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La patria es dicha, dolor y cielo de todos, y no feudo ni capellanía de nadie (José Martí)
 MADRID
VERONICA FORQUÉ / ACTRIZ
'Con los años, casi nada importa'
PABLO HERRAIZ

CON MUCHA CARA / «Para mí es fundamental no aburrirme en el teatro» / «Salgo muy tranquila. Carmela ya es... mía» / «La primera vez, yo quería hacer muchas cosas que no me salían» / «Yo no volvería a la adolescencia. Bueno, a los 40 sí» / «Sé quién quiero ser» / «Hay que acordarse de lo que nos pasaba a los 16 años, que nos olvidamos muy pronto»

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Ya no es la que era. La imagen de jovencita pelirroja con voz aguda es probable que no le abandone nunca, pero ella ha cambiado. Verónica Forqué es mujer madura, madre entregada, es actriz veterana. Lo ha pasado muy bien pero también muy mal. Los años le han creado pequeñas arrugas alrededor de los ojos, y sin embargo ella quiere tener más: «¡Quiero ser vieja! Tengo derecho a envejecer», reclama. En los últimos 20 años no sólo ha crecido ella; también lo ha hecho su personaje, el que estrenó en Zaragoza. ¡Ay, Carmela! ha vuelto a la escena madrileña después de un año de gira y de 20 años sin la actriz que estrenó la obra. Una gran excusa para hablar en su pequeño camerino de lo que ha cambiado en dos décadas.

Pregunta.- ¿Esta alfombra la trajo usted?

Respuesta.- Se la he requisado a mi hija. Es de cuando era pequeña y la he tenido en el tinte tres años... El otro día fui allí y pregunté si la tenían.

P.- Entre la alfombra y Carmela está usted recuperando el pasado. Y antes de Madrid han pasado por 150 sitios. ¿Cómo han sido sus otros camerinos?

R.- Los ha habido preciosos, pero también hemos estado en algunos pueblos pequeños donde no había ni camerinos, pasábamos frío, y Santiago [Ramos] y yo decíamos: «¡Ahora sí que parecemos Carmela y Paulino!»

P.- Está bien para meterse en el papel...

R.- A veces hemos ido a sitios muy cutres y al terminar siempre decíamos que había merecido la pena.

P.- En Madrid es distinto.

R.- Al público no le sorprende tanto vernos, están más acostumbrados.

P.- ¿Sería capaz de estar mucho tiempo con la obra?

R.- No creo, nunca lo he hecho. Para mí es fundamental no aburrirme en el teatro. Procuro buscar la verdad y la vida en el teatro, tratar de actuar de manera que el personaje siempre esté vivo.

P.- ¿Se deja llevar al salir a actuar?

R.- Sí, pero salgo muy tranquila. Carmela ya es... mía. Practico cambios, procuro trabajar diferentes aspectos, cambiar la voz...

P.- Usted fue la primera que representó a Carmela. Han pasado 20 años y vuelve a ser Carmela. ¿Qué ha cambiado de una a otra?

R.- Ahora es mucho mejor. Puede parecer ridículo, pero yo parto siempre de cero. Nunca estoy de acuerdo con la actuación que hago, pero siento que el personaje tiene otra dimensión, me siento más libre. En mi caso, los años me han hecho aprender muchas cosas. La primera vez yo quería hacer muchas cosas que no me salían.

P.- ¿Cómo qué?

R.- Quería marcar la diferencia entre la vida y la muerta, cambiar la voz, que tenía muchas limitaciones. Practicar tonos graves, el lado bruto de Carmela.

P.- Su voz siempre ha sido aguda.

R.- Sí, como de niña. También he tenido siempre un complejo terrible de cantar, y aquí tengo que hacerlo.

P.- Es usted madre entregada a su hija de 16 años.

R.- Me pongo mucho en el lugar de ella, hay que acordarse de lo que nos pasaba a los 16 años, que nos olvidamos muy pronto.

P.- Las pequeñas cosas, a esa edad, se convierten en tragedias. Pero es que lo son...

R.- En esa edad todo tiene una importancia enorme. Lo bueno de los años es que casi nada importa.

P.- O lo que tiene importancia es peor.

R.- Sí, pero se vive más en paz. Yo no volvería a la adolescencia. Bueno, a los 40 sí.

P.- Volviendo a Carmela, es como si aquella primera vez hubiera sido un personaje adolescente y ahora fuera maduro.

R.- La primera vez yo tenía 31 años, y entonces no me había pasado nada malo. Todo lo que me había pasado era bueno.

P.- Llevaba ya más de 10 años en la profesión...

R.- ...Y tenía un novio estupendo, trabajaba mucho... Aunque sí me pasó una cosa mala haciendo ¡Ay, Carmela!: yo quería tener un hijo, me quedé embarazada antes del estreno y unos meses después, en Bilbao, lo perdí. Tuve que parar un par de meses la actuación. Dos años después vino María y ya fue maravilloso, pero hasta entonces eso era lo peor que me había pasado.

P.- Luego vienen desgracias cada vez mayores.

R.- Perdí amigos, a mi padre, otras cosas más difíciles de explicar, pero que tienen que ver siempre con la pérdida. Pero está bien, te hace mejor, incluso como actriz.

P.- Aunque luego parece que los mejores actores son los que hacen buenas tragedias, pero el reto es hacer reír.

R.- Muchos no valen. Oscar Wilde decía: 'Lo fácil es morir, lo difícil es la comedia'.

P.- Aparte de pérdidas, ¿qué ha ganado?

R.- A mi hija, una gran estabilidad de pareja (llevo 26 años con la misma persona), y mucha paz. Sé quién quiero ser.


RETRATO

Origen. Madrid, 1, de diciembre de 1955. Currículo. Verónica Forqué comenzó a actuar a los 19 años y desde entonces ha tenido una larga y prolífica carrera, sobre todo en el cine y el teatro. Ha trabajado con muchos directores prestigiosos como Almodóvar, Berlanga, Trueba o Colomo. Ha actuado principalmente en comedias. Hace 20 años estrenó en Zaragoza ¡Ay, Carmela!, de José Sanchís Sinisterra. Ahora ha vuelto a estrenarla en el Teatro Fígaro (Doctor Cortezo, 5) con Santiago Ramos, bajo la dirección de Miguel Narros. En su etapa de ahora, de madurez, le gustaría dirigir. Aficiones. «Leer y meditar». Debilidades. «Mi hija María». Virtudes. «La paciencia». Defectos. «La vanidad».

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