Pregunta.- Iberoamérica está revuelta...

Respuesta.- Hay una situación paradójica. Por un lado, económicamente estamos en el mejor momento de los últimos 25 años, pero en lo político tenemos dificultades, desencuentros entre países y dirigentes, que es lo que realmente me preocupa. Es interesante observar que existe una cierta separación entre lo político y lo económico. Algo parecido a lo que pasa a nivel mundial; el fenómeno de América Latina es un reflejo pálido de lo que sucede en el mundo.

P.- ¿Indica esto un cambio de ciclo en Iberoamérica?

R.- No lo creo. Aunque es cierto que han aflorado en la región viejos problemas que tienen que ver con la falta de resultados de muchas de las políticas liberalizadoras de los años 90. En muchos países los problemas sociales persisten y eso ha acelerado el malestar vinculado a la propia coyuntura económica favorable. Hay cansancio ante las fórmulas rápidas de solución de la pobreza y la persistencia del mal reparto de la riqueza. Todo eso es el caldo de cultivo para el surgimiento de movimientos políticos que quieren producir cambios. No hay cambio de ciclo, sino nuevos problemas y, en algunos países, se vuelven a replantear viejas soluciones.

P.- Desde España, se considera que el catalizador de toda esta tensión que existe ahora es Venezuela.

R.- Yo pondría, antes que los liderazgos de determinados países, la coyuntura que genera la ansiedad por los cambios. Y, luego, por supuesto, algunos líderes son más vigorosos que otros. Pero no hay que dejar de notar la aspiración profunda de cambio que hay en toda la región.

P.- Pero se perciben dos bloques: uno inclinado hacia el populismo y, otro, hacia la democracia liberal, ¿cuál predominará?

R.- No sé qué es lo que prevalecerá. Lo que es cierto es que en las reformas de los años 90 muchas veces se intentó ignorar la importancia del Estado. Por eso hoy en América Latina crece una reivindicación de las políticas públicas junto con el mercado. Las políticas públicas vuelven a tener un papel importante pero no para sofocar al mercado sino para potenciarlo.

P.- ¿Sigue siendo posible avanzar en los proyectos de integración?

R.- Están surgiendo nuevas cosas que privilegian la cooperación regional, por ejemplo iniciativas en torno a la energía, una cuestión que sacude el interés del mundo, y si hay un continente que puede tener un programa de integración energético vigoroso es América Latina. Todo esto tiene problemas serios y genera desencuentros entre algunos gobiernos, pero es imprescindible ir resolviéndolos.

P.- ¿Cuál será el próximo gran debate en Iberoamérica?

R.- El de la cohesión social. En la próxima Cumbre Iberoamericana veremos las distintas percepciones que existen en América Latina y Europa. Lo que queremos es que aflore la discusión para que se alcance una base de consenso.

P.- España dedicará este año 700 millones a la cooperación con América Latina...

R.- España aporta hoy, de lejos, la colaboración no reembolsable más importante. Creo que eso se conoce poco.

P.- España siempre ha hecho un esfuerzo muy grande en favor de América Latina y, últimamente, parece que no encuentra allí las mejores respuestas.

R.- Yo destacaría algo importante. Cuando hay conflicto grave entre dos países en América Latina, se debe pensar en el Rey. En este ámbito es una figura clave para facilitar la mediación.

P.- ¿Qué futuro vislumbra para Cuba?

R.- Es un tema de los cubanos. Son ellos los que deben decidir pacíficamente y sin presiones de fuera.

P.- ¿Comparte la idea de Zapatero de que EEUU no sabe ayudar a Iberoamérica, que nunca la ha comprendido?

R.- Lo que él mantiene es que EEUU debería hacer más por entender a América Latina y me parece que eso es aplicable a muchos países. Hay que entender las causas y las raíces de nuestros problemas. En América Latina están sucediendo cosas preocupantes, pero también se están dando cambios positivos muy importantes en lo económico y en lo social.