Lunes, 5 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6259.
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 TOROS
FERIA DE SAN BLAS
Adiós al frío en Valdemorillo
LUCAS PÉREZ

San Román / Jesulín, El Cordobés y Rivera Ordóñez

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Seis toros de Antonio San Román, correctos de presentación y variados de capa. Faltos de raza aunque no plantearon dificultades en la muleta. Los mejores, segundo y cuarto. Los peores resultaron los lidiados en primer y sexto lugar. Jesulín de Ubrique: silencio (estocada caída) y una oreja tras aviso (pinchazo y estocada). Manuel Díaz, El Cordobés: una oreja (bajonazo infame) y dos orejas (estocada), salió a hombros. Rivera Ordóñez: Una oreja (estocada) y ovación con saludo (media estocada). Plaza de toros de Valdemorillo, primera de feria. Inauguración de la cubierta. Lleno de «no hay billetes». Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del matador de toros fallecido Angel Luis Bienvenida.

VALDEMORILLO (MADRID).- Las congeladas tardes de toros de antaño de la Feria de Valdemorillo pasaron ayer a la Historia. El incómodo y frío romanticismo del primer ciclo del año ha dado paso a la práctica comodidad con la inauguración de la cubierta de la plaza, que aporta un confort necesario a los que sustentan la fiesta: los aficionados. La plaza portátil de años atrás dio paso a una de construcción fija inaugurada en el año 2001. Y seis años después ve la luz la nueva cubierta que ha hecho que los aficionados se liberen de las mantas y abrigos para combatir el frío.

El ambiente de ayer no podía ser mejor: lleno de no hay billetes y expectación por todo lo alto. Un empujón importantísimo a favor de las corridas de toros, por mucho que la ministra Narbona se empeñe en querérselas cargar poco a poco.

Para tal acontecimiento el empresario del coso, Tomás Entero, no quiso quedarse atrás y por ello ha organizado una feria de campanillas, que dio comienzo ayer con la terna formada por Jesulín de Ubrique, El Cordobés y Rivera Ordóñez. El ciclo se reanudará el próximo fin de semana con una novillada y dos corridas de toros de gran interés.

El ambiente festivo se vio interrumpido al finalizar el paseíllo, cuando se guardó un sentido minuto de silencio en memoria de Angel Luis Bienvenida, sólo faltado al respeto por Manuel Díaz, El Cordobés, más pendiente de sonreír y saludar a los tendidos. Feo gesto.

Para los datos estadísticos, el primer toro lidiado en la cubierta perteneció a la ganadería de Antonio San Román, se llamó Escolito y lució el número 50. Fue lo único que pudo lucir el toro, pues a su falta de fuerzas se unió su nula fijeza y Jesulín de Ubrique abrevió tras unos leves intentos desconfiados de faena.

El mejor toreo de la tarde lo realizó Jesulín en el cuarto toro. El de diestro de Ubrique administró el temple necesario al noble astado de San Román para terminar cuajando una faena maciza. Buena nota para Jesulín y un cero para los miembros de la banda de música, que se olvidaron de que estaban trabajando y prefirieron aplaudir la faena antes que tocar y animar al personal, que acabó abroncándoles.

Para entonces la plaza ya se cubría de una incómoda neblina fruto de aquellos que se saltaron a la torera la ley antitabaco y encendieron sus puros sin importarles nada.

El alboroto llegó en el segundo, que embistió con gran nobleza a la muleta de El Cordobés, que se encontró con todo a favor. Manuel Díaz lo pasó de muleta con varias tandas en redondo a gran velocidad, antes de iniciar su particular surtido de efectos especiales. Éstos pusieron en pie al público que, de no ser por la puñalada en las costillas con la que liquidó El Cordobés al toro, le hubiera dado las dos orejas.

Sí las paseó en el quinto, al que hizo de todo. Lo recibió con templadas verónicas, inició faena con las dos rodillas en tierra y tras torearlo brevemente en redondo llegó el esperado salto de la rana, seguido de innumerables desplantes que enloquecieron al público. Dos orejas para El Cordobés, vuelta al ruedo triunfal y primer matador de toros que sale a hombros con la nueva cubierta inaugurada. Manuel Díaz, de ser seria duda por lesión en una mano, ha pasado a ser el primer gran triunfador de la Feria de San Blas.

Rivera Ordóñez paseó una oreja del tercero de la tarde gracias a una faena sin excesiva calidad, pero con gran dosis de constancia. Sólo con esta insistencia logró arrancar meritorios muletazos al noble aunque soso astado de San Román, al que liquidó de una buena estocada.

El sexto no ofreció las facilidades del resto y sacó algo más de temperamento. Francisco Rivera Ordóñez hizo un esfuerzo para arrancarle la oreja que le permitiera acompañar a hombros a El Cordobés, pero los ánimos se enfriaron y todo quedó en una fuerte ovación.

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