Los cardiólogos del hospital Gregorio Marañón de Madrid se han convertido en pioneros de la medicina regenerativa al implantar, por vez primera en el mundo, células madre procedentes de la grasa en el corazón de un paciente al que le fallaba el riego sanguíneo y que no podía recibir un tratamiento alternativo.
El paciente, de 67 años, ya ha sido dado de alta, pero habrá que esperar al menos seis meses para averiguar si se ha cumplido el objetivo de la operación y las células derivadas de sus michelines se han convertido en otras de tejido vascular que acaban con los problemas que le impedían vivir con normalidad.
El jefe de Cardiología del centro sanitario, Francisco Fernández-Avilés, aseguraba ayer, durante la presentación del caso, que se trata de un «hito» en la medicina, pero que, aunque es esperanzador, «todavía queda mucho camino por andar» para que pueda generalizarse. Al menos, según auguró, entre tres y cinco años.
La operación se realizó hace hoy una semana. El paciente, de 67 años, tenía en su haber varias operaciones, pese a lo cual su corazón no se irrigaba bien y, por tanto, su esperanza de vida era corta. Es una situación en la que están en torno al 15% de los que han sufrido un infarto y el 5% de todos los enfermos coronarios. «Estamos muy agradecidos al paciente por participar en un procedimiento tan novedoso», manifestaba ayer Fernández-Avilés.
El equipo de Cirugía Plástica fue el encargado de hacerle una liposucción para extraer los 300 gramos de grasa pura que se precisaban de su abdomen. Desde 2001, se sabe que la grasa humana es una fuente inagotable de células madre mesenquimales, que también están en la médula ósea y son capaces de convertirse en diferentes tejidos, especialmente en el vascular. Otra de sus ventajas es el poco tiempo de cultivo que precisan: dos horas, frente a las tres semanas de otras células madre. En tan corto periodo se lograron 28 millones de células que los cardiólogos no tardaron en inyectar en el corazón dañado.
Para el implante, en el que ha colaborado Emerson Perin, de Houston (EEUU), se realizó un mapeo del músculo cardiaco con ayuda de un sistema informático. Esta tecnología permite detectar, en tres dimensiones, las zonas más afectadas. Una vez localizadas, las células fueron inyectadas con un catéter. A las 48 horas, el paciente estaba ya en su casa. «Durante los próximos meses le haremos un seguimiento exhaustivo para comprobar el efecto de la terapia», señaló Fernández-Avilés.
Estas células de la grasa son, según explicaron los especialistas, las que menos rechazo producen, por lo que podrían tenerse almacenadas en los quirófanos. Además, se cree que son más útiles que las procedentes de los músculos para los fallos en la irrigación y se multiplican con más rapidez que otras células madre.
Esta intervención es la primera de un estudio que se realizará íntegramente en el Gregorio Marañon con 36 pacientes, que están en proceso de selección en toda España e incluso fuera del país. «No es fácil encontrarlos porque la mayoría tienen opción terapéutica», reconocía el cardiólogo.
Hasta ahora, la investigación se había realizado en animales, que sí han logrado recuperar parte de su tejido cardiaco. Pero en humanos, es una incógnita. «El beneficio de la técnica es tan dudoso que al enfermo le dijimos claramente que era una investigación, pero de riesgo asumible. De hecho, le hicimos dos operaciones rutinarias: una liposucción y un cateterismo. Y podía merecer la pena», concluyó Fernández-Avilés.
Precedentes exitosos
No es la primera vez que un centro sanitario español ha utilizado las células de la grasa para curar una patología. Hace unos cuatro años, el hospital de La Paz logró recuperar completamente el tejido de una fístula intestinal mediante el implante de células madre de este tipo de tejido.
Para aquella intervención, al paciente se le extrajeron 100 centímetros cúbicos de grasa. A las cuatro semanas del implante, ya había comenzado la regenaración del tejido tratado, que estaba totalmente recuperado a los seis meses.
Los primeros científicos en encontrar células madre en esa cubierta corporal humana fueron de la Universidad de UCLA (Los Angeles), quienes lograron convertir las células mesenquimales en tejidos cartilaginosos, musculares e incluso óseos.
De hecho, la doctora Rosa Pérez Cano, responsable de Cirugía Plástica en el hospital Gregorio Marañón, comentó que su departamento va a investigar sus posibilidades en casos de parálisis de la cara o trasplantes, donde también podrían ser de gran utilidad. Ella ha formado parte del equipo multidisciplinar que ha participado en la intervención realizada en Madrid.