La duquesa de Coolsville -ganadora del Grammy a la mejor cantante revelación de 1979, predecesora de Sheryl Crow, Fiona Apple, Cat Power y algunas otras- vuelve a los 52 años con ganas de comerse el escenario y con una renovada fe.

Su nuevo disco, Sermon on Exposition Boulevard, tiene un inusitado trasfondo religioso, que desconcertará a más de uno, después de aquella incursión en la canción política («¿Habéis tenido bastante?») que sirvió de bandera a la campaña anti-Bush.

Rickie Lee Jones retorna también estos días a la carretera, dispuesta a consolidar su reputación entre los fans que aún le quedan y sus hijos, que acuden a escuchar esa voz lejanamente familiar. Nos recibe en la suite de un hotel del Upper West Side, con la resaca reciente del concierto en el Makor y un gripazo mal curado que no se esfuerza en disimular.

Pregunta.- ¿Podemos hablar de la redención de Rickie Lee Jones?

Respuesta.- No sé si es apropiado. He podido pasar por momentos más o menos borrosos, más o menos comerciales, pero en ningún momento me he retirado del mundo de la música. La música es mi religión, es la celebración de la vida, es el misterio, lo es todo... Creo que es un poco tarde para redescubrirme. En todo caso, a la gente joven le puede interesar mi voz porque les recuerda a otras cantantes más recientes que ellos conocen.

P.- Bob Dylan dijo hace poco que ya no se hace música con «emoción». ¿Comparte usted esa sensación?

R.- Tiene gran parte de razón. La música ha perdido su alma por culpa de la industria, por ese empeño de repetir hasta la saciedad la misma fórmula, de excluir todo lo que suena distinto... Pero creo también que la música popular es un reflejo de la sociedad del momento. Cada generación escucha lo que refleja su espíritu. Para mí, lo que oigo de la música actual es un reflejo muy pálido de lo que reflejaba la música a finales de los 70. Pero mi hija, que tiene 18 años, la escucha de otra manera. Lo que a mí no me dice nada a ella le resulta emotivo. La música evoluciona, como todo. Nunca volveremos a aquel punto.

P.- ¿La canción protesta pasó a la Historia?

R.- No, creo que no. Muchos artistas han levantado su voz por lo que está pasando, con este impostor que tenemos como presidente. A Bush le dediqué un tema, Ugly man (Hombre feo), que creo que lo dice todo. En la última campaña electoral, los demócratas usaron ¿Habéis tenido bastante?, y estoy bastante orgullosa de haber contribuido con mi granito de arena al cambio que se produjo en las urnas.

P.- Ya vimos lo que pasó con Bruce Springsteen y las Dixie Chicks. ¿Usted también se ha sentido intimidada?

R.- Yo no me he sentido intimadada como cantante, pero sí como ciudadana. Me preocupa mucho la dirección que ha tomado este país, pero afortunadamente creo que lo peor ya quedó atrás. La gente ha reaccionado y estamos saliendo del túnel.

P.- ¿Cómo se explica el salto sin red de la política a la religión? Escuchando su último disco, cualquiera diría que ha renacido usted en Cristo, como le ocurrió a Bush...

R.- Mi intención, precisamente, es rescatar la figura de Jesús de ese puñado de fanáticos que lo usan como arma política. Los cristianos, históricamente, le han hecho una flaco favor a Cristo. Mi inspiración directa fue un libro de mi amigo Lee Cantelon, The words, que recoge las palabras originales de Jesús fuera del contexto religioso. Para mí, que me educaron como católica, fue una especie de revelación. Y espero que lo sea también para la gente que tiene miedo a adentrarse en el terreno religioso por temor a que los asocien con la ultraderecha. Creo que tarde o temprano va a haber una recuperación secular de la figura de Jesucristo.

P.- ¿Es usted creyente?

R.- Creo absolutamente en Dios, pero lo vivo de una manera muy personal. Creo en la profunda y misteriosa conexión de todas las cosas. Me gusta también mucho la parte celebratoria: para mí, cantar es una manera de rezar... Pero detesto ese punto exclusivista de las religiones, como de club al que sólo pueden pertenecer unos cuantos ungidos. No deberíamos poner etiquetas a las experiencias personales.

P.- En su disco hay varios guiños al más allá, como el tema Elvis Cadillac. ¿Piensa usted en la muerte habitualmente?

R.- La muerte me da asco. No tengo una visión idílica del más allá. Mi madre murió en agosto, y fue una experiencia traumática. Pensé que lo iba a aceptar mejor, pero mi primera reacción fue: '¿por qué coño tenemos que pasar por esto? ¿Por qué morimos? ¿Qué pasa cuando morimos?' No tengo ni idea. Quieron pensar que somos parte de un mismo cuerpo y que a él volvemos.

P.- Usted dijo una vez: «Mejor pasar a la acción que soñar».

R.- Seguramente me interpretaron mal. Yo soy una soñadora. Si no sueñas con un mundo distinto, no tiene sentido pasar a la acción.