Esa vaselina, y de otro tipo que no compartió con la prensa, fue la que suavizó por la mañana a Ramón Calderón para mantener a Fabio Capello en el banquillo, pese al raquítico resultado alcanzado hasta la fecha. «Tiene nuestra confianza ilimitada», afirmó solemne Miguel Angel Arroyo, sentado al lado de Mijatovic y que previamente a las explicaciones del ex jugador optó por hablar de ángeles cuando la afición habla de demonios. Sin ser nada del otro lunes, Mijatovic estuvo más interesante.

«El fútbol es lo que es y lo cambia el resultado de un partido», afirmó el director deportivo, consciente de que un batacazo gordo el próximo sábado en Anoeta sí que podría producir un cambio.

En este sentido, los responsables económicos y jurídicos del club ya se han puesto manos a la obra con el contrato firmado por Capello el pasado verano. Que haya lío respecto a eso es mala señal para las dos partes, porque alguna saldría ganando y ninguna sabe ahora mismo cuál de las dos.

Calderón afirmó públicamente la pasada semana en dos ocasiones y en dos foros distintos que el acuerdo con el italiano fue por tres temporadas. Sin embargo, desde otros despachos del Bernabéu se ha filtrado que el tercer año era opcional. La cuestión no es baladí porque se trata de seis millones de euros netos por cada campaña.

Mijatovic no quiere pensar en esto, pero tampoco se atreve a decir en público si su figura y su permanencia en el Real Madrid está vinculada a la del técnico. Ayer, el director deportivo prefirió eludir esta respuesta, como tampoco quiso arriesgarse a prometer que si este año no se lograra ningún título, el italiano debería marcharse (él y todo el cuerpo técnico).

Todo lo contrario: «Soy optimista, tengo mucha fe y confianza en que las cosas van a cambiar, pero está claro que es complicado lograr éxitos cuando estamos cambiando un ciclo».

Fue un poco más lejos el montenegrino: «Podríamos decir que este año no vamos a ganar ningún título, pero no podemos ser sinceros». La afirmación dejó un poco extrañado al personal de la sala de prensa del Santiago Bernabéu. Puntualizando institucionalmente todo lo que pudo, Arroyo seguía apostando por su particular poesía, nada que ver con la dura realidad por la que atraviesa el equipo. La prosa indica que Calderón tiene en Capello a su escudo protector, y que en el caso de prescindir de él, una pañolada como la del pasado sábado ya no la podrá repartir al 50% con el banquillo. Y eso no debe ser nada bueno para un presidente azorado.

«De este técnico no se va a dudar en cuanto gane dos o tres partidos seguidos», afirmó Mijatovic, que negó que el fútbol que está desarrollando el Madrid sea malo: «Hemos hecho partidos muy buenos, como ante el Barcelona, el Zaragoza...», y se le acabó la memoria; o la lista.

«Tenemos que solucionar algún problema, así que lo que necesitamos es unidad, comprensión y fe en nosotros», insistió el director deportivo. Entre esos problemas no incluyó, ni mucho menos, el destierro de David Beckham. «Él nos comunicó que se marchaba a otro club al final de temporada y lo que hemos hecho ha sido apostar por gente joven de la cantera, que forma parte del proyecto de futuro». En eso, interrumpió Arroyo para dar más empaque a las palabras de Mijatovic: «Claro, el club está pensando en el futuro y no sería lógico apostar por gente que no va a estar el próximo año. No tendría ningún sentido».

Ni un gesto elegante con Beckham, lo mismo que con Ronaldo. Mijatovic insistió en que el Madrid no le echó, aunque no dio ninguna explicación mínimamente convincente. «Intentamos recuperarle, pero no nos daba lo que queríamos».

Y, para insistir con lo de la fe, la esperanza y todo eso, sacó a la luz la página de su diario más brillante: «Recuerdo que, hace muchos años, viajamos a Amsterdam para jugar la final de la Champions. Ganamos y se dio otro rumbo al club».