Martes, 6 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6260.
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 DEPORTES
Italia, a puerta cerrada
NO HABRA PUBLICO EN LOS ESTADIOS QUE NO REUNAN LAS CONDICIONES MINIMAS DE SEGURIDAD EXIGIDAS SOLO OCHO SON APTOS MAÑANA SE DECIDIRA CUANDO SE REANUDA EL 'CALCIO'
IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal

ROMA.- Ya es oficial. En aquellos estadios que no reúnan las condiciones de seguridad mínimas exigidas, los partidos de fútbol se jugarán sin público, a puerta cerrada. Después de los violentos enfrentamientos protagonizados el viernes pasado por seguidores del Catania, y en los que perdió la vida un agente de policía, representantes del Gobierno de Romano Prodi tomaron ayer esa decisión, así como la de prohibir la venta en bloque de entradas a los hinchas, la posibilidad de meter en la cárcel hasta 48 horas y sin necesidad de pruebas a los tifosi sospechosos de haber cometido actos de violencia o la de ordenar taxativamente a algunos clubes que pongan fin a las más que sospechosas relaciones de connivencia que mantienen con sus aficionados ultras.

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Pero, sin duda alguna, de todas las medidas adoptadas por el Gobierno italiano para tratar de frenar la ola de violencia que invade sus estadios, la más controvertida es la de prohibir la presencia de público en aquellos campos de fútbol que no cumplen los requisitos requeridos. «No se jugará en presencia de público en los estadios que no cumplan las normas. Es algo con lo que no transijo», aseguraba ayer Giuliano Amato, el ministro del Interior, al anunciar la medida adoptada. Una disposición que podría obligar a disputar a puerta cerrada muchos de los encuentros del Calcio.

Según un análisis del rotativo La Stampa, con la actual normativa sobre estadios que entró en vigor hace un año pero cuyo cumplimiento se había aplazado hasta junio (y que contempla medidas como los tornos en las puertas, un sistema cerrado de vídeovigilancia dentro de la instalación, billetes nominativos, una amplia zona de control y registro fuera de los estadios y que las localidades sean todas de asiento) sólo en Roma, Turín, Siena, Parma, Génova, Palermo, Messina y Parma se podrían jugar partidos con público.

Mañana, el Consejo de Ministros celebrará una reunión extraordinaria para aprobar un decreto ley que recoja las medidas contra la violencia en el fútbol decididas ayer por la ministra de Deportes, Giovanna Melandri; el ministro del Interior, Giuliano Amato; los secretarios generales del Comité Olímpico Italiano, Gianni Petrucci y Raffaele Pagnozzi; el comisario extraordinario de la Federación Italiana de Fútbol, Luca Pancalli, así como el jefe de la Policía, Gianni De Gennaro. Además, en esa misma reunión el Consejo de Ministros tomará una decisión sobre cuándo se reanudan los partidos de fútbol, suspendidos desde el pasado sábado tras los violentos altercados registrados el día anterior en Catania.

Según apuntaban ayer varios medios de comunicación, la moratoria futbolística podría extenderse hasta el próximo fin de semana. Una decisión que, en absoluto, sería contestada por la mayoría de los italianos: según el sondeo realizado por la web del periódico Il Corriere della Sera (que, como todos los sondeos vía Internet tampoco hay que tomarse muy al pie de la letra), el 69% no vería con malos ojos la suspensión del campeonato de Liga de este año.

Aunque, evidentemente, no todo el mundo piensa así. Ahí está, por ejemplo, el presidente de la Liga Italiana de Fútbol, Antonio Matarrese, que después de asistir ayer en la catedral de Catania al multitudinario funeral por Filippo Raciti, el policía asesinado el viernes de una pedrada lanzada por ultras de ese equipo siciliano, se descolgaba con unas delirantes declaraciones a propósito de la posibilidad de que se decretara la suspensión de los partidos de fútbol durante un año. «El Calcio no se puede suspender, los muertos forman parte del sistema [sic]. Estamos apesadumbrados pero el espectáculo debe continuar», decía.

Sus palabras enseguida provocaron la indignación del Gobierno italiano y del Comité Olímpico Nacional. La ministra de Deportes tachaba las afirmaciones de «incomentables» y el presidente del Gobierno, Romano Prodi, las calificaba de «estúpidas». De hecho, y en vista de la tormenta de críticas desatada, Matarrese se justificaba diciendo que sus palabras habían sido malinterpretadas.

Pero Matarrese no es el único que ha sido objeto de las invectivas por sus palabras. Benedicto XVI también ha sido criticado por algunos medios, aunque en su caso por mantenerse en silencio. El Pontífice puso ayer remedio, enviando un telegrama de pésame, en el que lamenta el asesinato del agente Filippo Racita y condena «todo gesto de violencia que manche el fútbol».

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