Martes, 6 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6260.
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El precio de los golpes
TED JOHNSON, EX 'LINEBACKER' DE LOS PATRIOTS, PADECE ALZHEIMER SUFRIO UNA CONMOCION Y SIGUIO JUGANDO POR LAS PRESIONES DE SU EQUIPO
A. O.

Mientras se disputaba la Superbowl, un hombre que sabe lo duro que resulta ganarla la estaba viendo por televisión. Otra cosa es que sea capaz de recordar todo lo acontecido. Ted Johnson, ex linebacker de aquellos Patriots que se adueñaran de tres títulos entre 2001 y 2005, ya lleva dos años retirado, pero su nombre ha vuelto a aparecer en los titulares después de revelar que, a sus 34 años, sufre un principio de Alzheimer, la cruel enfermedad que deteriora la memoria.

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Johnson explicó que, tras una conmoción cerebral fruto de un golpe durante un entrenamiento en 2002, siguió jugando por las presiones de Bill Belichick, su entrenador. Nuevas conmociones cerebrales se sucedieron hasta el final de su carrera. «Hay algo que no funciona en mi cerebro y sé cuándo empezó todo», dijo.

Incluso el día de su retirada, el carismático linebacker ya confirmaba sus sospechas: «Ya no puedo ignorar las severas consecuencias que representan las numerosas conmociones que he sufrido».

Hoy, los peores augurios parecen haberse cumplido. Johnson es incapaz de recordar nombres de personas y citas, sufre profundas depresiones y su adicción a las anfetaminas es alarmante. Cuando el jugador habló de sus dolencias, acusó directamente a Belichick. «Has jugado a ser Dios con mi salud. Sabías que no debía haber jugado», le espetó al hombre que también permitió, hace dos temporadas, el retorno de Ted Bruschi, tan sólo ocho meses después de haber sufrido un infarto y una parálisis parcial.

El fútbol americano ha sido, históricamente, un deporte salpicado por episodios trágicos como el de Johnson. La gravedad es tal que sus críticos cuestionan la sensatez de la práctica de un ejercicio que, como el boxeo, requiere golpear repetidamente al adversario sin el menor atisbo de piedad. Muchos jugadores han quedado paralíticos por malas caídas y choques antinaturales, las conmociones cerebrales son cada vez más frecuentes y los efectos a largo plazo del uso de anabolizantes son devastadores.

La desfasada cultura castrense aplicada por muchos entrenadores se cobró su primera víctima en 2001, con la muerte por asfixia de Korey Stringer, durante un entrenamiento. El jugador de Minnesota nunca ganó una Superbowl, como sí lo hizo Johnson. Queda por ver quién pagó el precio más alto por las reiteradas negligencias de su entorno.

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