De Juana califica el atentado contra la T-4, en el que murieron dos jóvenes ecuatorianos, como «el suceso de Barajas» y asegura que, tras éste, «la resolución del conflicto es más necesaria que nunca». En este sentido, afirma que él está «completamente de acuerdo con un proceso democrático de diálogo y negociación para resolver el conflicto político entre la región vasca y los estados español y francés».

El etarra se muestra firme en el reto que está planteando y mantiene que no va «a dejar la huelga de hambre a cambio de una reducción de condena». Añade que «la única alternativa aceptable para mí es la de una total libertad y la finalización de este brutal ataque a la libertad de expresión que implica este proceso judicial».

Además, no sólo no exhibe el más mínimo arrepentimiento por sus más de 25 asesinatos, sino que no duda en presentarse como víctima: «¿Es que se puede culpar al reprimido de las acciones de su represor? ¿Se puede culpar al violado de los actos de su violador?».

Más aún, De Juana se manifiesta como si se hubiese visto abocado de manera irremediable a su situación actual cuando declara que «es muy duro el hecho de no poder llevar una vida normal. Y eso es algo que solamente pueden entender aquellos de entre nosotros que lo han experimentado». «Para que esto no se repita», concluye, «es necesario enfrentarse a las raíces del conflicto».

Según se dice en el artículo, al que The Times dedica cinco columnas bajo una gran foto del etarra en la camilla del hospital [que se reproduce en la página anterior], De Juana habría ofrecido esas respuestas por escrito.

El texto, que se ofrece bajo el titular «Esposado a la cama y demacrado, un asesino de ETA aboga por la paz desde su lecho de muerte» y firmado por el periodista Thomas Catan, sólo incluye cinco contestaciones entrecomilladas. El resto se dedica a poner a De Juana en su contexto. Así, el primer párrafo sitúa al etarra como «un destacado recluso, perteneciente a la organización separatista vasca ETA» que «se encuentra a las puertas de la muerte tres meses después de declararse en huelga de hambre».

A continuación, Catan interpreta que, con sus respuestas, De Juana «ha hecho un llamamiento al Gobierno español para que reanude las conversaciones para alcanzar un acuerdo de paz».

El periodista destaca que «para el Gobierno español, la protesta de De Juana [...], se está convirtiendo en una pesadilla política cada vez mayor». «Tras la advertencia hecha por los médicos de que De Juana podría morir en cuestión de unos pocos días o, a lo sumo, en unas semanas, el Gobierno de Zapatero se está preparando para afrontar lo que podría ser su crisis más profunda desde que asumiera el poder en 2004», agrega. [Como ya publicó EL MUNDO, aquel informe médico se limitaba a no descartar «a medio plazo» la posibilidad del fallecimiento o de lesiones irreversibles, y advertía sobre el riesgo de muerte súbita, aunque resumía que el estado de salud de De Juana no era malo].

Corresponsal en Madrid

Para Catan -que es corresponsal en Madrid de The Times, y previamente lo fue en Buenos Aires de Financial Times-, «este caso [...] recuerda al fatal desenlace del miembro del IRA Bobby Sands en 1981». En este sentido, escribe que «hay quienes temen que una eventual muerte de De Juana podría llegar a persuadir a otros miembros de ETA [...] a seguir su ejemplo [...]. En 1981, fueron nueve los republicanos que siguieron los pasos de Sands. Y sus muertes dieron lugar al resurgimiento de las actividades de reclutamiento y recaudación de fondos del IRA».

Catan hace hincapié en que el etarra, «sentenciado a 3.000 años de cárcel por [...] 25 asesinatos [...] se vio obligado a cumplir tan sólo 18 años de prisión. En consecuencia, debería haber sido puesto en libertad en 2004». «Empero», continúa el redactor, «el Gobierno, temiendo una protesta pública generalizada, desenterró dos artículos de opinión que De Juana había publicado en la prensa vasca, acusándole de verter en ellos amenazas terroristas».

El artículo se completa con una foto de la manifestación «de las víctimas de ETA» y con un cuadro resumen sobre De Juana en el que se compara su «peso normal» («80 kilos») con el «actual» (unos 48 kilos).