El que era en la práctica el segundo del servicio de Urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés cuando se administraron las presuntas sedaciones contraindicadas, no indicadas o excesivas, Miguel Angel López Varas, está imputado en otro proceso. Como ha podido saber M2, la magistrada de este segundo caso, Cristina Requejo, ha dictado un auto en el que acuerda abrir juicio oral contra él y contra un médico interno residente (MIR) e impone a ambos libertad provisional bajo fianza de 620.000 euros.
El juicio contra el que fue número dos del ex coordinador de Urgencias, Luis Montes, se celebrará en los juzgados de Getafe en los próximos meses. En el mismo, el médico deberá defenderse del presunto delito que le imputa la acusación: homicidio imprudente.
La acusación particular dice que ambos incurrieron en un «evidente error de diagnóstico» y dieron al paciente un «alta precipitada» que provocó, aseguran, la muerte de Manuel Fernández hace tres años.
Los hechos se remontan al día de Año Nuevo de 2004. Manuel Fernández, un joven de 38 años, se levantó con un intenso dolor en el pecho que se irradiaba al cuello y a los brazos, sobre todo al izquierdo. Con estos síntomas, su mujer llamó al Servicio de Urgencias Médicas de Madrid (Summa 112), que remitió un médico. Allí, el doctor del Summa derivó al enfermo a las Urgencias del Severo Ochoa. En el centro sanitario de Leganés comenzaron los problemas. El paciente fue sometido a una radiografía, a un electrocardiograma y a una prueba enzimática CPK.
Tras ver las pruebas, tanto el MIR A. R. como el doctor López Varas las consideraron normales y le dieron de alta diagnosticando «dolor torácico de características mecánicas». Es decir, descartaron infarto, angina o cualquier problema cardiaco y dijeron que era un dolor muscular.
Manuel Fernández volvió a su casa, pero el dolor se agudizó después de comer. Su esposa llamó otra vez al 112. En esta ocasión, no hubo tiempo para que llegara la ambulancia. El paciente murió esperándola.
La autopsia realizada posteriormente confirmó que el dolor no era precisamente muscular. Manuel Fernández falleció por un «infarto agudo de miocardio» que nadie le supo detectar en las Urgencias del Severo Ochoa.
La acusación que representa a la viuda imputa a los acusados un delito de homicidio imprudente y pide cuatro años de prisión con inhabilitación para ejercer la medicina durante seis años. Además, solicita una indemnización de 620.000 euros.
El abogado de la acusación, Rafael Martín Bueno, entiende que se produjo «un claro error de diagnóstico» y «una gran precipitación» al dar el alta al enfermo. En su opinión, si ésta no se hubiera producido, la angina inicial no se le habría transformado en infarto agudo de miocardio.
Pero no sólo lo dice la acusación. El informe emitido por el médico forense del juzgado de instrucción número cuatro de Leganés apuntó: «a juicio de este perito, el paciente cumplía criterios para permanecer en observación hospitalaria y para seriar la repetición de electrocardiogramas y analíticas».
El propio especialista en Cardiología del Severo Ochoa que revisó después el electro concluyó que «estos hallazgos son patológicos y pueden corresponder o sugerir la presencia de isquemia miocárdica».
El perito de la acusación abunda en estos presuntos errores. En su informe asegura que el paciente «fue diagnosticado erróneamente de dolor torácico de características mecánicas y dado de alta indebidamente». Según aquel estudio, «la sintomatología sugería claramente un dolor anginoso, por lo que el paciente debería haber ingresado inmediatamente en la Unidad Coronaria o haber permanecido en observación».
Según ese informe, «el correcto diagnóstico y adecuado tratamiento habría podido evitar no sólo el fallecimiento del paciente sino, incluso, posibles secuelas graves» dado que, explica, «la angina de pecho tratada a tiempo antes de suceder el infarto no deja por sí misma secuelas».
Por tanto, tres informes -el de la acusación, el del perito judicial y el de un especialista en Cardiología del hospital- estimaron que con las pruebas realizadas y los síntomas, había indicios de un problema cardiaco al menos para haber mantenido al enfermo en observación.
El doctor López Varas, en su declaración judicial, adujo que «con las pruebas que se le habían hecho y con su resultado, era imposible diagnosticarlo como infarto».
Según explicó, el paciente no presentaba «factores de riesgo cardiovasculares importantes» y las pruebas eran «normales». Además, con la medicación que le administraron en el hospital, «el paciente decía que había mejorado muchísimo y el dolor que describía era muy atípico (...) no de patología coronaria». Por tanto, le dieron el alta y le recomendaron control por parte de su médico.
La presidenta de la Asociación de Víctimas de Negligencias Sanitarias (Avinesa), María Antonia Moral, lamentó este error médico y manifestó que «si se demuestra que el doctor López Varas es un médico negligente y un mal profesional, no debe poder volver a ejercer la medicina.
Según Moral, «el que era la mano derecha del doctor Montes» pudo provocar la muerte de un paciente de 38 años y «eso no admite disculpa ni explicación alguna».