JAVIER ESPINOSA. Enviado especial
GAZA.-
La frágil calma que imperaba ayer en la franja de Gaza se resquebrajó en Cisjordania después de que milicianos afectos al presidente palestino, Abú Mazen, atacaran a miembros de Hamas en Ramala y secuestraran a un alto cargo de esta agrupación.
Activistas de las Brigadas de Al Aqsa reivindicaron el rapto de Arafat Said, director del Ministerio del Interior en Ramala, y dijeron que pensaban intercambiarlo por el sobrino de Mohamed Dahlan, que permanece retenido por los islamistas en Gaza desde el fin de semana.
Said se suma a las varias decenas de seguidores de uno y otro lado que siguen cautivos tras los violentos enfrentamientos que se libraron en los últimos días en la franja palestina. Un portavoz de Hamas, Ismail Radwan, reconoció que no se ha alcanzado un acuerdo para un intercambio de prisioneros y dijo que Al Fatah mantiene a 28 miembros de su partido como rehenes.
En Gaza, sin embargo, la mayoría de los milicianos abandonaron sus posiciones y reabrieron las avenidas cortadas por barricadas y bloques de cemento.
La continuidad de la precaria tregua depende en gran medida de los resultados del crucial encuentro que tienen previsto mantener hoy en La Meca (Arabia Saudí) la cúpula de Hamas, con Jaled Meshaal e Ismail Haniya a la cabeza, y el propio Abú Mazen. «Nos dirigimos a la La Meca con una verdadera motivación para alcanzar un acuerdo que ponga fin a la crisis, refuerce la unidad y conduzca a un gobierno de unidad nacional. No tenemos otra elección», aseguró Haniya en Gaza.
Meshaal se había expresado el domingo en el mismo sentido desde Siria. «La situación no nos permite el fracaso. Tenemos que preservar nuestra sangre. El diálogo es el único camino para resolver nuestras diferencias», declaró. «Hay que cortar la hierba bajo los pies de Israel, que pretende que no hay socio palestino con quien negociar», le secundó Abbas al Ahmad, jefe del grupo parlamentario de Al Fatah y que acompañará al presidente a la ronda de diálogo. Desde el pasado 25 de enero han muerto al menos 66 palestinos en los combates fraticidas, que han dejado también cientos de heridos, daños materiales ingentes y la región sumida en el caos.
La agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Unrwa), uno de los principales soportes económicos de la sociedad palestina en Gaza, advirtió durante la jornada de que los repetidos enfrentamientos están poniendo en peligro el suministro de ayuda a la población. Unrwa distribuye alimentos a un millón de personas en una región donde viven 1,4 millones. El sábado la organización clausuró también los colegios que administra en la misma zona y a los que acuden 35.000 alumnos. «No podemos suministrar ayuda humanitaria en medio del fuego cruzado. Hemos avisado en repetidas ocasiones que la situación se dirigía hacia una explosión social. Aquí la tenemos», afirmó John Ging, director de operaciones de Unrwa en Gaza.
Durante meses, Ging advirtió que el cerco financiero auspiciado por Israel, EEUU y la UE, entremezclado con la disputa política entre Al Fatah y Hamas, estaba provocando un deterioro social acelerado en Gaza.
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