DANIEL UTRILLA. Corresponsal
MOSCU.-
Cuando apenas le quedaban unos meses para franquear el ecuador de su condena de ocho años de cárcel por estafa, el dueño de la petrolera Yukos, Mijail Jodorkovski, recibió ayer un nuevo mazazo de la Justicia rusa, que ahora lo acusa de desvío de fondos y de blanquear millones de dólares.
La Fiscalía presentó ayer nuevos cargos contra el oligarca de 43 años por lavado de dinero (entre 23.000 y 25.000 millones de dólares, entre 19.500 y 21.200 millones de euros, según los abogados del imputado), delito que se remontaría a sus años de gestión al frente de Yukos, en su día la más boyante empresa privada del sector petrolífero ruso. Ahogada por deudas tributarias millonarias que la abocaban a la quiebra, la extractora matriz de la petrolera, Yugasneftegaz, fue adquirida en subasta a fines de 2004 por una empresa fantasma que luego se la vendió a la petrolera estatal Rosneft. En septiembre de 2006, el resto de Yukos fue declarado en bancarrota, tal y como exigían sus acreedores (encabezados por la Hacienda rusa).
«Más que absurda, es una cantidad demencial», se quejó Karina Moskalenko, abogada del acusado, en relación a las decenas de millones de dólares que, según la Fiscalía, fueron objeto de blanqueo. Los cargos también afectan al ex director financiero de Yukos, Platón Lébedev, cuyo arresto en 2003 supuso el inicio de la redada judicial contra el imperio de Jodorkovski, considerado hasta 2004 como el hombre más rico de Rusia con 15.200 millones de dólares (unos 12.900 millones de euros), según Forbes.
En diciembre de 2006, Jodorkovski y Lébedev fueron interrogados por la Fiscalía en relación a esta nueva causa, en la que se halla también imputado un ciudadano ruso español, Antonio Valdés García, que permanece en paradero desconocido. Valdés García era dueño de Fargoil, una de las filiales de Yukos, a través de la cuales -sostiene la Fiscalía- Jodorkovski lavaba importantes cantidades de dinero.
La presentación de nuevos cargos podría devenir en un nuevo juicio contra Jodorkovski (que ya cumple condena por estafa y evasión fiscal en un campo penitenciario de la remota región siberiana de Chitá) y prolongar su encarcelamiento. Su arresto se remonta al 25 de octubre de 2003, cuando fue detenido a punta de pistola dentro de su avión privado cuando repostaba en el aeropuerto de Novosibirsk (Siberia). Los defensores de Derechos Humanos calificaron el juicio por estafa contra el empresario de «farsa», y ya ven tras las nuevas acusaciones de la Fiscalía un intento de los poderes para evitar que Jodorkovski, que podría beneficiarse de una liberación anticipada, pueda salir en breve de prisión. Según aventuró ayer Moskalenko, su cliente podría enfrentarse a una condena de 15 años.
Desde su celda, Jodorkovski no se cansa de denunciar el carácter político de su encarcelamiento, que, insiste, fue ordenado por el Kremlin para castigar sus ambiciones políticas (que pasaban por financiar a la oposición lliberal y presentarse a las elecciones de 2008) y hacerle «pagar los platos rotos» por toda la casta engreída de los oligarcas que parasitaron intramuros del Kremlin en la década de los 90, y que hoy se dividen entre los exiliados (como el multimillonario Berezovski) y los domesticados por el poder, como el dueño del club de fútbol Chelsea, Román Abramovich, considerado hoy el hombre más rico de Rusia.
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