Martes, 6 de febrero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6260.
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Entre la solidaridad y el naufragio diplomático

Doscientos inmigrantes de origen paquistaní que viajan a bordo de un barco que pidió auxilio en aguas internacionales próximas a Mauritania cuando se dirigía a Canarias podrían acabar desembarcando en las islas. Mauritania ya se ha negado en redondo a autorizar a que el buque, procedente de Guinea-Bissau, atraque en cualquiera de sus puertos, alegando que no ha firmado los tratados que regulan este tipo de rescates. Según la legislación, la operación de ayuda corresponde en estos casos a los estados más cercanos: Senegal y Mauritania. Como Senegal se negó a socorrer al barco alegando que no estaba en condiciones de hacerlo, un buque de Salvamento Marítimo español fue el que se hizo cargo del rescate. Los inmigrantes esperan ahora a 12 millas de Mauritania una solución, pero el asunto trae a la memoria el caso del pesquero valenciano que rescató en julio a 51 inmigrantes cerca de Malta. Este país no consintió acoger a los sin papeles y fue España el que tuvo que hacerse cargo de ellos. El Gobierno hace lo correcto al atender a los inmigrantes en una situación de emergencia, porque ante todo está la cuestión humanitaria. Pero la actitud de mauritanos y senegaleses debería hacer trabajar a la diplomacia española para evitar que este fenómeno se convierta en recurrente. Ni los inmigrantes ni los países de la zona deben interpretar la solidaridad española como un síntoma de debilidad.

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