Erik Satie le definió como «el único pianista que sabe mirar». Un artista de visión amplia y universalista, capaz de colocar el compromiso con la música de su tiempo por encima del éxito fácil. Ese fue Ricard Viñes i Rodes (Lérida, 1875 Barcelona, 1943), uno de los pianistas más excepcionales de la escena musical internacional de comienzos del pasado siglo.
Responsable del estreno de incontables partituras -Ravel, Debussy y, por descontado, Satie le dedicaron alguna de sus obras-, Viñes fue una personalidad poliédrica, interesado en la pintura y la literatura, amigo de Picasso y de Nonell, y miembro de los círculos mas vanguardistas del París de finales del XIX y comienzos del XX. Todo ese universo personal y artístico es el que quiere poner al descubierto la exposición Descobrint Ricard Viñes, el pianista de les avantguardes, que podrá verse en el Entresòl de La Pedrera hasta el próximo 4 de marzo.
«Este proyecto no pretende ser ni un ejercicio de erudición ni tampoco de nostalgia, ni se presenta como un acto de recuperación de patrimionio. Se trata de reivindicar un determinado espíritu musical: el del artista comprometido con la creación de su tiempo», señaló ayer el director de la fundación, Alex Susanna.
A través de fotografías, partituras, objetos personales, recortes de prensa, programas de mano, cartas, dibujos y retratos, la exposición propone un amplio recorrido por la figura de este singular artista, exquisito coleccionista de arte, lector voraz e infatigable y también metódico cronista de su tiempo, que dejó plasmada su apasionada trayectoria vital en numerosos dietarios.
«Hemos querido ir un poco más allá de lo que reflejan los libros de historia de la música y descubrir facetas menos conocidas del personaje y, sobre todo, su complicidad con todo el mundo cultural de su época», señaló el comisario Màrius Bernadó. De esta forma, pueden verse algunos de los retratos que de él hicieron artistas como Ulpiano Checa, Georges d'Espagnat y Odilon Redon, además de un cuadro de Isidre Nonell que formó parte de su colección particular. La muestra también incluye un montaje interactivo a través del cual es posible acceder a cerca de 300 programas de mano de conciertos ofrecidos por Viñes en todo el mundo. Asimismo, se pueden escuchar algunas de las poquísimas grabaciones que dejó Viñas. En concreto, 21 piezas rescatadas en su mayoría de una serie de grabaciones que realizó para el sello Columbia en los años 30, además de cuatro composiciones propias.
Ricard Viñes murió en Barcelona, el 29 de abril de 1943, prácticamente en la indigencia. El patrimonio ganado gracias a su enorme talento se había dilapidado en las mesas de juegos de los casinos y en parte también, debido a una larga serie de infortunios. Tras su paso por La Pedrera, la muestra que le sitúa como una de las grandes figuras de la música del siglo XX viajará al Museu d'Art Jaume Morera de Lleida, donde podrá verse desde mediados de marzo hasta mediados de mayo.